55 años de la noche que el CD Tenerife “vio la luz”
Partidos nocturnos en el Heliodoro –incluso cuando aún se llamaba Stadium– hubo antes de aquel verano de 1966. Algunos se disputaron con buena visibilidad y otros con no tan buena. Pero el Heliodoro Rodríguez López no gozó de una instalación eléctrica propia hasta el 29 de agosto de 1966. Tres décadas antes, en las vísperas de la guerra civil, ya se disputó un choque nocturno en el Stadium entre el Tenerife y el Real Unión, “con la ayuda de 50.000 bujías desparramadas por todo el campo”. Y a mediados de los años cincuenta, el Tenerife y un combinado de jugadores de la Categoría Regional disputan un amistoso con (escasa) luz artificial, repitiéndose la experiencia con el Real Unión. Finalmente, en noviembre de 1959, se experimenta con “una iluminación de carácter provisional y que resulta deficiente” durante un partido ante el Athlétic de Bilbao (0-6), al aprovechar que en la víspera los rojiblancos habían rendido visita liguera al Insular.
Esta vez, sin embargo la inauguración de la iluminación tuvo carácter solemne. Considerada como “una de las mejores de España”, el encargado de pulsar el botón de encendido fue el gobernador civil de Tenerife, Mariano Nicolás García, después de que el obispo de la Diócesis Nivariense, Luis Franco Cascón, bendijera las instalaciones. El público “prorrumpió en una estruendosa ovación” al ver iluminado el césped del Heliodoro en un acto al que asistió también el delegado de Información y Turismo, Demetrio Castro Villacaña, quien elogió “la excelente visión” que se tenía del espectáculo.
Lamentablemente, ese fue todo el 'espectáculo'. El Tenerife-Las Palmas que se jugó a continuación y tenía el atractivo añadido de suponer el debut de Martín Marrero y José Juan en las finas amarillas, una marcha mal acogida por la afición blanquiazul, no fue un buen partido. “Noventa minutos de aburrimiento”, tituló su crónica Antonio Ayala en 'El Eco de Canarias'.
En lo que suponía para ambos equipos el estreno de la pretemporada, el Tenerife del también debutante José Luis Riera alineó a: Gómez; Morín, Molina, Álvaro; Rincón, Sicilia; Ravelo, Morilla, Erasto (Lorenzo, 46’), Justo Gilberto y Godoy. En una curiosa casualidad, el tinerfeño José Juan adelantó a Las Palmas a la media hora de juego al rematar de manera acróbatica un centro de Guedes. Y antes del descanso, el grancanario Godoy igualó para el Tenerife al empujar desde cerca un balón suelto en el área de Oregui. Y como siempre ocurre en estos casos, los dos técnicos sacaron “conclusiones positivas” de lo visto y justificaron el poco fútbol visto en “la falta de rodaje de los jugadores”. Los aficionados, a falta de fútbol, se consolaron con la exhibición pirotécnica, “una preciosa lluvia de lágrimas luminosas que descendían del cielo”, que precedió al choque y con el solemne momento del encendido de la luz artificial. No es poco.
En todo caso, más allá del mal juego, la preocupación entre la afición blanquiazul era otra: poco antes del partido, el Tenerife recibió la notificación de su nuevo destino en Segunda División. Dejaba el grupo Sur y se incorporaba al grupo Norte, con viajes lejanos, campos embarrados, rivales potentes…
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