El Tenerife defiende mejor, pero vuelve a entregar dos puntos

Teto persigue a Luca Sangalli durante el Tenerife-FC Cartagena

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —
12 de octubre de 2022 22:39 h

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Lo bueno de un empate es que no pierdes, lo malo son los puntos que te dejas. De uno en uno anda el Tenerife en lo que espera por los jugadores diferentes y se enreda en cambiar demasiado su once. Ante un Cartagena ordenado, solo le amenazó con dos remates francos, jugó a empujones –fiado a lo que le daban los centros de los laterales– y pagó cara, en un final asfixiado, la decisión de Ramis de prescindir de los laterales titulares.

El cuarto empate seguido de los blanquiazules (cinco partidos sin perder desde el 11 de septiembre en Ibiza) no le saca de pobre, aunque por segunda vez en el curso dejó su puerta a cero y evitó los fallos groseros que tantos puntos le han quitado en el primer cuarto de campeonato. Pero dado que la entrega se le supone, como el valor en la mili, al cabo esto de la solvencia sin balón es lo único elogiable de una tarde aguada por la falta de letalidad.

Ramis se empachó de rotaciones y mezcló las entendibles –Sipcic por Carlos Ruiz, Larrea y José Ángel por Aitor Sanz y Javi Alonso en el doble pivote, Garcés por Gallego–, con las obligadas –Teto por el lesionado Waldo– y dos inverosímiles tornadas en pifias. Sentó a Mellot y Nacho y lo que ofrecieron Aitor Buñuel y Andoni Pérez fue decepcionante, salvo que solo se trate de valorar el esfuerzo.

Fuera los titulares, asomaron las carencias actuales de ambos. El uno ni corre, ni tapa, ni cuerpea, ni se proyecta como el francés. El otro, un poquito más sólido, no sacó una pelota al área como la servida para el gol de Garcés en Albacete y se quedó a un mundo de la presencia de Nacho. Cuando lo relevó con media hora de partido y se juntó con el redivivo Mo Dauda, el Tenerife al menos cayó al área de Aarón por su flanco.

Aún limitado por tanto cambio, firmaron los blanquiazules un arranque de los que ahora llaman dinámicos, esto es con querencia a dominar el medio juego y armar ataques a partir de la presión con robo. Muy activos Iván Romero y Borja, el partido se fue en diez minutos a un ida y vuelta amable a la vista y, por demás, estéril. Solo un remate de Sadiku y otro de Romero olieron como tales. Al poco, devino todo en lo habitual de esta liga: dos equipos peloteros con miedo a perder el sitio y ser cogidos en el error.

La atonía se rompió con otra fase de empuje, antes de la pausa, tan propias de este Tenerife, al que una recuperación seguida de un balón al espacio de sus delanteros levanta el ánimo y desata la pasión. En una de esas, una asociación de Borja con Iván acabó con un tiro a bocajarro (m.27), casi sin ángulo para atacar el palo largo, al que respondió Aarón sin mácula. Y hasta el descanso, nada más por dentro.

El fantasma de la insolvencia ofensiva se le apareció al Tenerife en el segundo acto tras corregir Ramis, parcialmente, el desaguisado de los laterales. Con Nacho en el campo gastó un cambio sin trascendencia hasta que el equipo terminó de caerse y movió tres piezas de golpe. Con Mo Dauda por un Appiah que juega en un mundo virtual, Aitor Sanz y Mellot, ventiló el sistema el técnico, ganó poso en la línea de pivotes y dio sentido al único juego del que por ahora parece capaz. .

Agarrado a lo que dieran Nacho y Mo o Teto y Mellot, se reanimó con cinco minutos eléctricos en los que otro remate de Iván Romero en el 68 –infatigable delante y detrás, romo como todos– pareció el presagio de un gol que nunca llegó. Ya en la fase definitiva, tendrían su oportunidad Mo (m.78) y Teto (m.80), pero entre los palos y la falta de puntería se fue muriendo el partido.

A Carrión le dio con meter refresco por delante de los centrales en lo que iba sobreviviendo y haciendo que no pasaran cosas –cuánto pierde el fútbol cuando se hace de este tópico un dogma– con Mikel Rico y De Blasis, el uno omnímodo en la parcela media, el otro un canchero talentoso de la pelota parada. Para cuando apareció el ex tinerfeñista Jairo, el Efesé no estaba en otra cosa que no fuera aprehender el 0-0.

El Tenerife habría necesitado siete cambios de vez de cinco para imaginar un cuarto de hora final más productivo. Gastada una pareja con los laterales, se partió en dos cuando Larrea dijo basta y Garcés, acalambrado, no pudo entregarse a más carreras. Cuando eso, no le quedaban bazas para poner triunfos en la mesa. A falta de otro guion y de los jugadores diferentes, con el equipo jugando alargado como para pensar en una presión efectiva, hizo mucho repitiendo la rueda de los centros al área, pero no pescaron Garcés o Gallego.

(0) CD TENERIFE: Soriano; Aitor Buñuel (Mellot, m.63), Sipcic, José León, Andoni López (Nacho, m,46); Teto, Larrea, José Ángel (Aitor Sanz, m.68), Appiah (Mo Dauda, m.63); Iván Romero (Enric Gallego, m.72) y Borja Garcés.

(0) FC CARTAGENA: Aarón; Iván Calero, Alcalá, Kiko Olivas, Datkovic; Mikel Rico, Luca Sangalli (Damián Musto, m.69); Borja Valle (Jairo, m.69), De Blasis (Romero, m.90+1), Jansson (Arribas, m.82); y Sadiku (Ortuño, m.69).

ÁRBITRO: Alejandro Quintero González (Comité Andaluz). Amonestó a Teto (m.30) y Juan Soriano (m.60) y a los visitantes Sadiku (m.44), Sangalli (m.63) e Iván Calero (m.84).

INCIDENCIAS: Partido de la décima jornada de LaLiga SmartBank 22-23 disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 12.280 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Pepe Ravelo, jugador del primer equipo blanquiazul en la temporada 66-67.

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