Un partido de oficio da los puntos al Tenerife
El Tenerife cogió resuello y cerró el debate sobre el fiasco de su segunda parte en Lugo con una victoria de mérito en Avilés que le mantendrá como líder hasta el año que viene. Pendiente de cerrar en el Heliodo ante la Ponferradina 2025, los puntos pescados este sábado le afianzan otra semana en la primera plaza y recuerdan la capacidad del grupo de Cervera para hacer del oficio —simbolizado en la faena soberbia de Juanjo— una cualidad igual o más importante que la letalidad o la brillantez con las que sobrevivió otras veces.
La ausencia por sanción de Aitor Sanz dejó a Juanjo expuesto a una prueba de nivel de este Avilés recién ascendido y sorpresa de la Liga, un rival que concede tan poco como mucho batalla. Obligado a jugar de seis con Fabricio por delante, le nació al lebrijano una exhibición al abrigo de una condición física excepcional que explica su don de la ubicuidad.
Aquí o allá, cerrando por dentro o tapando pasillos laterales, le dio también el fondo parar corregir balones divididos o las pocas vueltas en las que pudo pillar al Tenerife el Avilés. Y para dar salidas limpias buscando descargas con Fabricio o conexiones directas con Nacho Gil, el verdadero creativo de este equipo, hoy otra pelota de córner justo a la cabeza de Enric Gallego y su remate inapelable del 0-1.
Siendo previsible la titularidad de Juanjo —y confirmada porque el rival cumplió con su parte del guion y el césped, pesadísimo, puso el resto—, Cervera también dio actoría principal a Maikel Mesa como segundo delantero y la banda de Alassan a Balde, relevado por el canterano tras una hora de desempeño y otra combinación agridulce en la que abundan las decisiones equivocadas que las lógicas. Si consigue aprender a ser un jugador bueno antes de que las expectativas lo devoren, Balde —como dicen ahora— la romperá.
Lo de Maikel Mesa tiene otra lectura. El talento para asistir o rematar es indiscutible, pero la adaptación a entornos agrestes e invernales como el de hoy es un debe que explica su desubicación. Tuvo antes de lo de Gallego un remate limpio en boca de gol que no llegó ni a rozar. Luego, un ejercicio voluntarioso de respuestas lentas para ensuciar los ataques del Avilés cuando le caían por su zona.
Con todo, nadie bajó del aprobado y el Tenerife escapó hasta el último sexto del partido fiado a la solvencia de los cuatro zagueros, a todo lo que desbarataron entre Juanjo, Fabricio y el omnipresente Nacho Gul. Y especialmente en una primera parte en la que a ratos largos encerró al Avilés en cuarenta metros con la pausa suficiente para evitar el ida y vuelta ocasional tras el descanso.
Pudo parecer de regreso de la caseta que dieron un paso atrás los blanquiazules para abrigarse cerca de Dani —la solución para conservar la ventaja de la que habló Cervera durante la semana—, pero los cambios tempranos —Alassan y Noel por los flancos para que Gil jugara a la espalda de Gallego— volvieron a dar profundidad al Tenerife, no tanto para un remate en el área, como para llevar el partido lejos de la suya, montando la presión desde arriba sin que le alargaran las líneas.
Previsible para lo que maneja, el Avilés quiso hacer de la estrategia la vía definitiva para el empate, visto que todo lo que puso en el predio de Dani cayendo con la elaboración solo le daba para saques de esquinas o faltas por las calles de los interiores. Y la respuesta al balón parado del Tenerife fue —ejemplo máximo del oficio demostrado— sobresaliente. Tanto que la única ocasión en la que Dani se reveló decisivo, como en aquellos partidos de septiembre en los que con brillar un par de veces se ganaba el jornal, fue consecuencia de un error de los medios que habilitó una llegada liberada de Raúl Rubio andando el minuto 74. Encarado delantero y arquero, el uno decidió un tiro raso que el césped frenó y el otro adivinó con una respuesta de reflejos.
Por delante, veinte minutos finales con el Avilés infatigable e improductivo. Juanjo rematando su hoja de servicios en lo que pedía las sales y le sustituía Ulloa. Y Noel López, redimido para la causa por la vía de un ejercicio repetido arrimado al flanco del once, donde le surgieron un par de desbordes notables y un punto de precipitación cuando se empeñó en lo imposible.
Poco reproche para el muchacho. Lo que le faltó de oficio lo compensó con la misma batalla que el resto, así lo de César y David, tan valientes proyectándose como eficaces detrás. Y lo de este Calavera, otro renacido que no le hizo ascos al rol de secundario. Si pareció apuntado en la lista de los prescindibles en enero, Cervera y el mismo jugador lo desmienten.
(0) Real Avilés Industrial: Alvin; Guzmán, Babin, Borja Granero, Víctor; Raúl Hernández (Isi Ros, min. 66), Adri Gómez, Álvaro Gete (Yasser, min. 77), Berto Cayarga (Quicala, min. 66); Santamaría (Natalio, min. 83) y Raúl Rubio (Javi Cueto, min. 77).
(1) CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, León, David; Balde (Alassan, min. 61), Juanjo (Ulloa, min. 87), Fabricio (Calavera, min. 72), Nacho; Maikel Mesa (Noel López, min. 61) y Enric Gallego (De Miguel, min. 72).
Gol: 0-1, min. 19: Enric Gallego.
Árbitro: Javier Figueiredo Comesaña (comité gallego). Amonestó a Raúl Rubio (min. 58), Babin (min. 90+1) y Quicala (min. 90+3); y al visitante Enric Gallego (min. 37).
Incidencias: Partido de la décimo sexta jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Estadio Román Suárez Puerta, ante unos 3.500 espectadores, de los unos setenta eran seguidores del CD Tenerife.
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