El Tenerife entrega la Copa con un partido bochornoso
El Tenerife dimitió de sus obligaciones elementales para entregar, con una primera parte impropia de un equipo profesional, la eliminatoria copera al Pontevedra, un rival de la Primera RFEF al que le bastó con la intensidad y dos ataques en ventaja para cerrar el partido con más de una hora por delante. Los cambios de Ramis, solo tras el descanso, le dieron un empuje al cabo insuficiente pese al gol de Iván Romero.
Había advertido Ramis de que daba al encuentro en Pasarón “total importancia”. Que le comprara el discurso el once que dispuso –un retrato descarnado del nivel competitivo que tiene este diciembre media plantilla blanquiazul– es otra cosa. Hay que viajar mucho en el tiempo para igualar un bochorno como este en una cita oficial. Que no tenga consecuencias mayores a la vuelta a la Liga se verá, aunque tanta ciclotimia de agosto para acá apunta a que necesita el Tenerife algo más que refuerzos invernales.
El punto de arranque del representativo fue un despropósito. Se encontró el Pontevedra una vuelta en ventaja y cuando debía corregir Larrea para impedir que el balón cayera al área, se quitó de en medio en lo que le echaba el muerto a José León. En el diálogo no entró Libasse Guèye. Iba a lo suyo, armar un tiro que se envenenó tocando en un defensa, lo justo para que Javi Díaz no corrigiera a tiempo.
El 1-0 no despertó al Tenerife, encerrado en su campo para esperar al equipo de Antonio Fernández, incapaz, renunciando, a hacerse con el balón, inane cuando lo tenía para plantearse algo con sentido en la salida jugada desde su área. Aun estando el campo pesadísimo, valdría como excusa de mal pagador. El problema era una actitud de entreguismo insólita que en un rato volvió a pasar factura.
Andando el minuto 16, montaron el lío entre Mario Ortiz y Guèye para sellar otro ataque local que caminaba en el camino de indolencia que dispuso el Tenerife. Después de otro ramo de errores de escalonamiento, marcas blandas y pugnas que no eran, ahora se vino el senegalés (19 años) hacia el flanco contrario del área, desde donde se sacó un tiro colocado, pero sin potencia que nadie impidió ni Javi Díaz detuvo. Entró la pelota por su palo corto y pudo hacer más el suplente de Soriano.
En otro fútbol, o en otro equipo, dos bofetadas tempranas de este tenor habrían agitado el amor propio de unos y la pizarra de otro. Ni una cosa ni la otra, el Tenerife dejó pasar el tiempo hasta el descanso en lo que en el Pontevedra se pellizcaban la cara para volver a una realidad como la de este 2-0 que nunca pudo esperar con tan poco. Dos llegadas, dos tiro… clasificación.
Hasta la pausa, fueron los once suplentes de Ramis una broma de equipo pese a que el partido era de “total importancia”. Garcés quemó toda la lactosa corriendo sin sentido de un lado a otro, León corregía de aquella manera y Shashoua refrendaba que sigue en su pretemporada particular, muy larga eso sí. En realidad, en la deprimente versión del primer acto no hubo inocentes y solo cabe agradecer que David y Selma lo vivieran en el banquillo para descartar la excusa aquella de que los del filial no se han ganado todavía lo de jugar en Segunda.
Ramis convino en la pausa que algo había que hacer, solo fuera por decoro y porque el Pontevedra seguía siendo un rival con menos recursos para defender su ventaja sin sobresaltos. Se fueron, si es que habían estado, Appiah, Larrea y León y ganó algo el Tenerife con la batalla de José Ángel, la sobriedad de Sergio y el espíritu de Iván Romero. El delantero sevillano tiene pinta de ser de esos tipos que digieren mal perder hasta a los boliches. Y además es un futbolista con el talento suficiente para generar algo que pescar. Avisó primero con un cabezazo que no cogió puerta y se reclamó acabando el único ataque con tino, casi coral, de los suyos. Romeró ganó la espalda a la línea local y enganchó en el palo largo un centro con mala intención de Mo Dauda a la boca del área.
Luego asomaron razones más comprensibles con el verdadero Tenerife, más que faltaran Nacho, Waldo, Teto o Aitor Sanz. El equipo que lleva mal jugar con prisas o el equipo que saca poca energía extra cuando marca. Hoy, solo –y pudo ser cuando menos el empate y la prórroga– un espléndido balón al espacio de Gallego a Mo Dauda (m.82), que ganó la carrera hasta plantarse ante Cacharrón y concederle una parada milagrosa, oxígeno puro para un equipo que hasta se sobrepuso a las pérdidas por lesión de sus pivotes (Mario Ortiz y Miguel Román) en un elogiable ejercicio de fe del que se sabe inferior (a prori).
(2) PONTEVEDRA FC: Cacharrón; Oier Calvillo, Churre, Soto, Luis Martínez, Samu Araújo (Rufo, m.69); Libasse Guèye (Bakero, m.69), Mario Ortiz (Álex Masogo, m.30), Miguel Román (Yelko Pino, m.56), Álex González; y Charles (Abelenda, m.56).
(1) CD TENERIFE: Javi Díaz, Aitor Buñuel, Carlos Ruiz (Sipcic, m.74), José León (Sergio, m.46); Mo Dauda, Larrea (Iván Romero, m.46), Álex Corredera (Enric Gallego, m.74), Appiah (José Ángel, m.46); Shashoua y Borja Garcés.
GOLES: 1-0, m.2: Guèye. 2-0, m.16: Guèye. 2-1, m.63: Iván Romero.
ÁRBITRO: Aitor Gorostegi Fernández (Comité Vasco). Expulsó por doble amonestación a Yelko Pino (m.86) y a José Ángel (m.86). Amonestó a los locales Álex González (m.77), Luis Martínez (m.86), Soto (m.90+2) y Bakero (m.90+3) y a José León (m.32) y Spicic (m.90+1) por el Tenerife.
INCIDENCIAS: Partido de la segunda ronda del Campeonato de España-Copa del Rey 22-23 disputado en el estadio de Pasarón ante 3.200 espectadores.
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