Toño: el último homenaje

Toño abandona la sala de prensa del Rodríguez López tras la rueda de prensa de presentación de su partido homenaje

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Antonio Hernández Hernández Toño fue el protagonista del último homenaje que el CD Tenerife dedicó a uno de sus jugadores. Práctica habitual en el pasado, cuando los representantes aún no se habían adueñado del negocio y existía lo que los ingleses denominan one club man (jugadores de un solo club en su carrera profesional), estas citas han desaparecido en la actualidad, cuando la memoria y el reconocimiento han dejado de ser valores supremos en el mundo del fútbol.

En medio de temporadas cargadas, competiciones intrascendentes y amistosos de todo pelaje, no hay hueco para la tradición. Y para ese momento inolvidable: el viejo guerrero que sale por el túnel de vestuarios (habitualmente acompañado de sus hijos), la ovación sincera de la grada, el saludo a la afición brazos en alto, unas lágrimas que surcan las mejillas y unos minutos sobre el césped antes de abandonar, para siempre, los terrenos de juego.

En los años noventa se suprimieron este tipo de actos en el Tenerife. Y si se celebraron dos homenajes (y luego un acto de desagravio a Pier, para que pagara unas deudas) es porque, como dice un viejo proverbio, “el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. Y en aquel tiempo, más para evitar críticas que por convencimiento, Javier Pérez le prometió a David Amaral “un partido de homenaje” cuando se vio obligado a retirarse prematuramente del fútbol.

Por culpa de una lesión y de un incidente con el propio Pérez que agravó su lesión. Algunos medios demostraron tener excelente memoria. Y periódicamente recordaban la promesa de Pérez. El homenaje se demoró un año. Y otro. Y otro. Y otro. Pero al final se hizo. Fue en el verano de 1994 y ante la UD Las Palmas. El Tenerife ganó 4-0 y David, que entonces ya coleccionaba ascensos como técnico, pudo despedirse de unos aficionados que lo respetaban más que querían.

Meses después abandonó el club Toño Hernández tras trece temporadas en el primer equipo y tres ascensos de categoría. El homenaje no era una posibilidad, era una obligación. Pérez volvió a prometerlo y la prensa a recordarle su promesa. Esta vez la cita se demoró seis años, pero el 12 de agosto de 2001, un Tenerife recién ascendido a Primera División se presentó en el Heliodoro ante 12.000 espectadores y el Partizán de Belgrado.

Toño jugó como mediapunta con un Tenerife que, a las órdenes de Pepe Mel, salió con: Aragoneses; Slovak, Pablo Paz, Lussenhoff , Bermudo; Jordi, Martí, Toño, Basavilbaso; Xisco y Pier. A los cinco minutos, el capitán dejó paso a Hugo Morales y se repitió el ritual: ovación de la grada, brazos en alto y lágrimas por las mejillas. Ah, el Tenerife ganó 3-1 con goles del propio Hugo, Xisco y el canterano Acorán, que salió en la segunda parte. Pero el marcador siempre fue lo menos importante en los homenajes.

(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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