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Cambio de marcha en Venezuela por Jaime Balaguer

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Pero todo quedó ahí. Afortunadamente. El escrutinio era tan ajustado que el órgano electoral prefirió no hacerlo público hasta que no estuviese claro el ganador. Como preveían las encuestadoras, la alianza socialista-comunista que apoya a Hugo Chávez se hizo con la victoria al obtener 98 de los 165 diputados en disputa (queda 1 escaño pendiente del escrutinio). Victoria agridulce, en absoluto acorde al triunfalismo exhibido en la campaña por los dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El éxito en las regiones rurales le aseguró la mayoría de escaños. Pero el fantasma de la desmovilización se apareció. Los 6,3 millones de votos obtenidos en 2009 se quedaron en 5,5. Esto es, casi un millón de los electores que el año pasado apoyaron a Chávez aparentemente se quedó en casa, mientras la oposición alcanzaba un nuevo techo electoral de 5,4 millones. La victoria se le atragantaba al partido gobernante. No supo generar en su electorado la fidelidad necesaria para aguantar el tirón de la participación.

El anuncio de los resultados se hizo por regiones. En general se mantuvo la tónica de los últimos comicios, con algunos cambios: los socialistas remontaban en Distrito Capital y Mérida. La oposición se hacía con Anzoátegui y obtenía una importantísima victoria en Zulia. El fracaso sin paliativos fue para la “tercera vía” de Henry Falcón (PPT). El gobernador disidente del chavismo apenas arañaba un 3% de los votos, quedando sin representación en su feudo del estado Lara.

La mayoría absoluta chavista resulta insuficiente para su ambición legislativa. No alcanza para aprobar leyes orgánicas. Necesita dos tercios de la cámara. Para delegar en el gobierno la aprobación de decretos precisa de las tres quintas partes. Ninguna de las dos metas fue alcanzada. Sí, evita una Asamblea hostil. Sí, puede presumir de mayoría (amarrando en corto a sus diputados para que no cambien de bando). Y sí, su resultado es mejor que el jamás tuvo ningún partido tradicional. Pero la decepción era evidente en los comunicados que “festejaban” la nueva mayoría socialista.

La oposición, por el contrario, rebasó sus expectativas. Las dudas sobre el órgano electoral se disiparon por arte de magia una vez descubrió que el resultado le era apetecible. Recupera el espacio que obtuvo en la Asamblea de 2000. Puede bloquear decisiones clave, aunque no le alcanza para paralizar la actividad legislativa. Ahora debe elegir: o asume posiciones constructivas frente a los problemas del país, demostrando que es alternativa de gobierno o sigue con la política a cara de perro. Por lo pronto ha lanzado las campanas al vuelo, proclamándose adjudicataria del 52% de la votación cuando, en realidad, la MUD quedó en el 47%, frente al 48% del chavismo. Una victoria moral, sí, pero en absoluto decisiva.

En los últimos meses su capacidad de convocatoria estaba muy mermada. Los actos públicos lucían mucho menos concurridos que antaño. Los medios de comunicación aliados bajaron el tono de la confrontación contra el gobierno. Y paradójicamente, cuando más débil parecía, cuando menos capacidad para enervar a sus partidarios mostraba, cosecha sus mejores resultados. Ahora cuenta con bases suficientes para amenazar las presidenciales de 2012. Aunque primero debe afrontar un serio problema: escoger un candidato o candidata creíble con que hacer frente al “gigante electoral” llamado Hugo Chávez.

El gobernante venezolano sigue teniendo la candidatura presidencial más sólida. Así lo indican las encuestas, que le otorgan mayores apoyos de los que cosecha su partido. Sus oportunidades dependen de lo que suceda de aquí a 2012. Reparar la decepción de parte de sus electores y, sobretodo, materializar la recuperación económica pueden ser elementos decisivos. Durante sus “años gloriosos” (de 2004 a 2008) el país experimentó un fuerte crecimiento económico, redujo la pobreza a la mitad, estableció un inédito sistema nacional de salud, expandió el acceso a la educación superior, recuperó las grandes empresas privatizadas, hizo frente a las crisis alimentarias? Recuperar la senda de la prosperidad le garantizaría una perspectiva favorable. Acciones más decididas y efectivas frente a la inseguridad y el delito serían cruciales.

Chávez suele crecerse en las derrotas. El descalabro de 2007 evidenció que no era invulnerable. Le sirvió para amarrar mejor el voto en 2008 y 2009. Los resultados del domingo podrían tener un efecto similar. La oposición, en cambio, corre el riesgo de perder la cabeza. Le urge resolver una candidatura unitaria, pero sus líderes actuales no tienen pegada. El escenario no ha cambiado tanto. Los sectores chavista y antichavista siguen equilibrados. La balanza la inclinan los electores intermitentes. Una cosa es segura: tras este domingo la competición electoral se pone al rojo vivo. Lo de 2012 va a ser de infarto.

*Sociólogo

Jaime Balaguer*

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