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La cara sandez de un observatorio del paisaje canario

Eustaquio Villalba

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El próximo día 5 de marzo cumple 10 años El Observatorio del Paisaje Canario, un organismo público que, según el entonces presidente de Canarias Paulino Rivero, iba a servir “para canalizar la opinión del mundo de las artes a fin de reforzar el patrimonio natural como elemento clave para reforzar la economía de las islas”: Un objetivo bien extraño porque ¿qué significa canalizar la opinión del mundo de las artes? ¿cómo tal cosa refuerza el patrimonio natural de Canarias? Además, el patrimonio natural (su origen volcánico, el clima y la singularidad de su flora y fauna) es la base la economía de las islas, no un mero refuerzo. Para Rivero, “el mundo de la cultura puede y debe aportar también a la sociedad para contribuir a tener esa visión rigurosa, equilibrada, despolitizada y responsable de lo que hay que hacer para respetar y conservar el paisaje”. Parece que el entonces presidente del gobierno se refiere con el término cultura exclusivamente al mundo del arte y no al científico, pero el mundo del arte puede aportar muchas cosas pero es difícil que sirva para tener una visión rigurosa, equilibrada, despolitizada y responsable del paisaje y mucho menos que sea de utilidad para su estudio y tratamiento científico. 

Añadió que esta Segunda Bienal tiene como eje conductor una visión del paisaje “desde el punto de vista integral” y destacó que éste “no sólo es un recurso natural, sino también un recurso económico y hay que ponerlo en valor desde esa doble perspectiva”. ¿Y para eso hace falta invertir dos millones de euros en una Segunda Bienal, para saber esa perogrullada? Dice el expresidente que el principal enemigo de la protección del paisaje es el crecimiento demográfico, nada dice de las políticas que propician la masificación incontrolada, de la utilización de las zonas protegidas como parques de juegos y deportes de riesgo, no menciona la destrucción de amplias zonas del litoral por puertos innecesarios y más urbanizaciones turísticas, ni las canteras ilegales, ni las carencias en el tratamiento de aguas residuales o la escasez de presupuesto para la conservación, etcétera, etcétera. Pensé que observar el paisaje y velar por su conservación sería la misión del observatorio del paisaje canario, no certificar el crecimiento demográfico, para eso no hace falta especialistas en paisaje ni dedicar millones de euros de dinero público.

En la presentación de este nuevo organismo del gobierno de Canarias, Rivero compareció acompañado por la consejera regional de Educación, Universidades, Cultura y Deportes, Milagros Luis Brito, y el director de la Bienal de Canarias, Juan Manuel Palerm. Éste afirmó que pretendía convertir a Canarias con la creación de este observatorio en un punto estratégico para la reflexión y el debate internacional sobre el paisaje. Un año antes, en marzo del 2008, fue nombrado director de la Bienal -tras la polémica decisión de dimitir los anteriores directores Virgilio Gutiérrez y Antonio Zayas- a propuesta de vice consejero de Cultura Alberto Delgado. Éste destacó del nuevo cargo que “le interesa mucho el debate, incluso político. La Bienal será una primera piedra para tratar el paisaje desde el punto de vista crítico.” (?) En una entrevista en La Provincia respondía así el catedrático de arquitectura de la ULPGC a la pregunta de porqué había aceptado el cargo “Es una oportunidad para buscar una organización entre los actores que intervenimos en el paisaje.” Pero cuando le preguntan “¿Tiene alguna idea de por dónde irá su proyecto?”Contesta “No. Ni idea.” Insiste, supongo que asombrado, el periodista: “¿Ni siquiera un esbozo? Me rondan muchas cosas por la cabeza. Me gustaría sentarme con muchos agentes que intervienen en el paisaje, por ejemplo con los cabildos.” ¡Y para algo que confiesa que no tiene ni idea le dan un presupuesto de 2.000.000 euros! Pero lo más asombroso está en la respuesta de este supuesto experto en paisaje cuando el periodista le pide que defina el manido concepto: “Podría acudir al diccionario para responderle, pero me parece una frivolidad. Hablando sobre el paisaje de Castilla, José Hierro dijo una cosa muy bonita, que es que en la autarquía española Castilla era el fin del mundo hasta que una serie de gente empezó a escribir sobre los campos quemados de Castilla. El horror y lo atroz era esa visión esperpéntica casi, hasta que aparecieron no sé cuántos señores intelectuales o no intelectuales, sino gente sensible y reflexiva. A partir de ahí todo el mundo ha descubierto que Castilla es maravillosa. En Canarias tenemos un gran problema: Manolo Padorno hizo mucho por esto y también Pedro García Cabrera, pero no hay tantos escritores que hayan profundizado en la reflexión sobre el paisaje en Canarias. Todavía no hemos llegado, pero tenemos unos actores reales, por ejemplo arquitectos y artistas, que están demostrando que han llegado individualmente. Pero a nivel colectivo a nivel social... Creo que la Bienal tiene que contribuir a ello.” Incapaz de explicar un concepto, sobre el que existe una extensa y más que centenaria bibliografía ( está claro este “experto” la desconoce porque nunca la cita) contesta algo que no parece qué tenga relación con la pregunta y, además, con una prosa ininteligible. A canarias, en su opinión, le faltan escritores que reflexionen sobre el paisaje. Si esto fuera así, no se entiende que el Observatorio no destine sus presupuestos a concursos literarios.

El Observatorio es, por tanto, uno de los frutos de esa reflexión de la Bienal. Un año reflexionando le sirvió para decir galimatías dignas de Rajoy: “transmitir al ciudadano este debate entendiendo que esta Bienal no pretende hablar de todo sobre paisaje, sino profundizar hasta cuándo el imaginario sobre paisaje y territorio es capaz de implicarse y establecerse en coherencia con la producción del territorio creando y actuando como seres humanos dentro del paisaje”. Pero lo más interesante es abrir la página que tiene en Internet y ver lo que este organismo pública ha hecho con su llamativo presupuesto, prácticamente nada; ha sido y es tirar el dinero público para beneficiar a amigos del poder que confunden lo público con lo privado.

Diez años más tarde, organizan una jornadas sobre turismo y paisaje que es más de lo mismo. Solo hay que leer lo que pone en su presentación para saber que hay muchas mejores cosas en las que invertir el dinero público, sobre todo en el mundo de la ciencia. Un congreso sobre el paisaje organizado por arquitectos y para arquitectos con el añadido de otros, pero pocos, profesionales académicos y ningún escritor o artista conocido. Estas jornadas se presentan utilizando frases que, por su inconfundible estilo, pertenecen a las reflexiones del señor Palerm: “Ese estereotipo deviene en una idea de identidad territorial y social para toda la ciudadanía, generando una visión compleja sobre el territorio que desemboca en una relación no menos compleja con el mismo. La percepción del territorio y el constructo cultural que podríamos denominar Paisaje de Canarias se sustenta entre unas claves territoriales mesurables y reconocibles y un perenne estado de aspiración común a toda la población. A esto se suma la memoria colectiva de un paisaje que probablemente no existió tal y como se recuerda y que estuvo ligado a sistemas productivos ya fallidos. La comprensión de estas claves puede parecer de escaso interés y sin embargo es la falta de una estrategia clara y la falta de análisis de estas cuestiones lo que ha propiciado el fracaso de muchas políticas de planificación y gestión turística cuando hablamos de paisaje y sostenibilidad y por lo tanto en su base, de territorio y sociedad urbana y rural.” Cuando nombraron al señor Palerm le preguntaron sobre Tindaya y dijo que es una oportunidad perdida, que le parecía bien el puerto de Granadilla y que el asunto de Las Teresitas se había sacado de contexto (de qué contexto nos preguntamos los lectores?).

En la página del Observatorio, entre las escasa publicaciones que figuran, hay una que se titula Paisaje Litoral de Canarias, pero señor experto ¿existe un paisaje litoral en Canarias? ¿A qué llama usted paisaje? ¿Cuáles son los resultados de estos diez años de reflexión sobre el paisaje? ¿Cuánto ha costado al contribuyente? En diez años no vieron en su observatorio lo que ocurría con las explotaciones de áridos en Güímar? ¿Cuál ha sido su contribución al debate sobre el puerto de Granadilla o a la ampliación del de Agaete? ¿Sabe usted algo sobre el patrimonio natural de Canarias y la importancia de su conservación? Es evidente que sabe tanto de la naturaleza canaria como de paisaje: nada. Reflexionar con los ojos cerrados puede ser una buena medida para meditar en la intimidad un tema, pero una pésima solución cuando lo que se pretende es hablar de paisaje y territorio.

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