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Cardona contra las cuerdas
En primer lugar no voy a ser extenso en el caso “Canódromo”, porque ya mis compañeros lo han tratado con todo lujo de detalles, y hoy mismo pueden leer más informaciones enjundiosas sobre el asunto/trasunto, y siento que ahora el primer actor de este teatro sea el alcalde de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En cuanto a los entresijos de la operación simplemente recordarles que el trasiego de aquí para allá supuso un pelotazo de nueve millones de euros contantes y sonantes para la empresa Improcansa. La conexión de Improcansa con Lifeblood, empresa de otra maniobra tenebrosa con el concurso de hemodiálisis en la etapa en la que estaba Mercedes Roldós de consejera de Sanidad, es ya bien conocida, y también es sabido la relación del empresario Francisco Javier Jorcano Otero con su suegro Eduardo Fernández Alvarez, que con su empresa Urbacan sitió al Canódromo por todos los costados, y contó con la inestimable ayuda del abogado valenciano Ramón Cerdá Sanjúan, experto en sociedades opacas y urgentes, muy vinculado a casos de corrupción en Valencia, Baleares y Madrid, que todavía continúan investigándose. En todo este embrollo, y en el inicio del caso “Canódromo” era alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, José Manuel Soria López, actualmente ministro del Petroleo.
Pero partiendo de la presunción de inocencia de Juan José Cardona, cómo no podía ser de otra manera, una vez más estamos cayendo en una vergonzosa imagen que existe en España, y que no se practica el verbo dimitir por sospechas de graves errores políticos. Para no ponerles demasiados ejemplos del pasado ocurridos en países más democráticos y civilizados que España, y que asumo que mis amables lectores conocen perfectamente, me referiré a uno reciente, la dimisión del presidente de la República Federal de Alemania, Christian Wulff, que ha sido acusado de corrupción y tráfico de influencias, pero que todavía no ha sido ni juzgado. De todos modos herr Wulff no tardó ni veinticuatro horas en salir con su esposa a dar una conferencia de prensa para anunciar su dimisión “por el bien de la República”. Las acusaciones se basan en haber aceptado unas vacaciones gratis total pagadas por el magnate alemán, David Groenewold, en la lujosa y exclusiva isla de Sylt, después de que Wulff, siendo presidente del Estado de Baja Sajonia, le concediera a su amigo multimillonario un millón de euros a fondo perdido, y también recibió el ya expresidente alemán un regalo de medio millón de euros de empresarios alemanes para comprar un chalet de lujo también siendo presidente del estado de Baja Sajonia.
Por estas invitaciones de millonarios a políticos, me acuerdo del viaje de Soria a Noruega con Byörg Lyng, y no precisamente para hacer un estudio del petróleo noruego, y a qué profundidad hay que perforar en el mar para sacarlo a los buques tanques, que en este caso se fue Soria con Lyng a pescar salmones con las camas de Anfi Tauro por medio, pero ahora el ministro del Petróleo quizá aprovechó bien el tiempo en Noruega, y sabe más del crudo que los técnicos de Repsol, y Cardona a estas alturas corriendo con los galgos en el Canódromo. Qué país, y qué paisanos.
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