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La Casa de Galicia de Las Palmas y la cabalgata de los Reyes
Desde que se fundara en 1951 la honorable Casa de Galicia de Las Palmas, ha sido un referente en las relaciones sociales y culturales de la ciudad grancanaria, tanto para los propios gallegos residentes en la isla, como para los las palmeños (valga el gentilicio). Y mucho más lo ha sido a partir del siguiente año, al realizar a modo de desfile, una cabalgata de Reyes con sus propios y austeros medios. Desde ese año de 1952 habían sembrado el germen para oficializar la gran parada de los Reyes Magos en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque muy modesta en sus principios, ha adquirido con el paso del tiempo, la validez organizativa y la participación de tantísimas gentes.
Aquel desfile del día cinco de enero tenía también un doble objetivo, el cual radicaba también, en realizar una Campaña Benéfica de recogida de juguetes y alimentos, para beneficiar a más de 15.000 niños (y 300 internos en hogares de acogida) para que nos les faltara el preciado regalo, originado por la magia de la fantasía de los Reyes de Oriente. Y en la acumulación de alimentos para las familias más necesitadas de la ciudad e isla. Y en el transcurrir del tiempo, trascendió a Fuerteventura y Lanzarote. En las últimas campañas se han donado 75.000 juguetes y 200 toneladas de alimentos.
No existía Cabalgata de los Reyes aún en Las Palmas de Gran Canaria. Solo hubo un amago con un pequeño desfile por parte del pintor modernista Néstor Martín Fernández de la Torre, en los años 1936 y 1938, en las que participó el mismo artista ataviado con el traje típico por él diseñado, junto a familiares y amigos, en una exaltación de estética y magia de los elementos participativos para la señalada ocasión. Por lo que habiendo tenido su origen definitivo en 1952, bajo la dirección e ideas programadas por la Casa de Galicia, no faltado a la cita cada 5 de enero hasta la actualidad. Es vista, y disfrutada por la inocencia infantil cada año, por más de 300.000 personas en su largo recorrido de siete kilómetros.
Eterna es la deuda que tiene contraída el ayuntamiento capitalino con la dadivosa Casa de Galicia de Las Palmas, que a pesar de las paupérrimas aportaciones que le ofrece para la organización y sin tantas cortesías en sus obligaciones como debiera en corresponsabilidad, sigue sin declinar para que el gran día de la ilusión infantil —y de los mayores—, reluzca con todo su esplendor. Todos los componentes de la cabalgata, dirigidos por el equipo de la junta directiva, capitaneada por Ricardo Villares Paz desde que tomara la presidencia en 1985, y todo un elenco de voluntarios, trabajan desde muchos meses antes del desfile y bastante tiempo después de éste. Y después de la conclusión ya piensan en la mejora de la siguiente cabalgata. Todo por mor de sus noblezas y en un gesto de generoso apego a la ciudad que los acogió.
Más aún, después del doloroso trance de haber sufrido un incendio colateral en sus instalaciones, originado por el restaurante que en la planta baja del inmueble tenían arrendado. El pavoroso incendio destruyó la totalidad de la primera planta, quedando todo en cenizas y negruzcas paredes (pero, por una milagrera consecuencia, la venerada imagen de Santiago Apóstol que allí custodian, solo recibió ligeros chamuscos). Ante este lúgubre hecho era para desistir en la anterior y en esta convocatoria de los Reyes. Pero los abnegados gallegos persisten en sus responsabilidades y por la noble laboriosidad reconocida desde antaño.
Por esta razón, la falta de locales donde albergar la gran cuantía de juguetes y alimentos en los locales de la entidad, en la Campaña de Juguetes y Alimentos, hubo de delegarlas en el Banco de Alimentos y en Cáritas. El Ayuntamiento capitalino solo concedió un local a las modistas para que trabajaran en los arreglos de los atuendos del pasacalle en el desfile de la noche de los Reyes.
La entidad de la Casa de Galicia, tras el incendio ha visto mermada sus cuantías económicas. No le es suficiente con las muy pocas aportaciones de los socios. Máxime cuando las condiciones económicas por la virulenta crisis financiera que sufrimos en todo el país. Esta es la causa de haber aplazado este año la tirada de la revista gráfica Aturuxo, que desde su creación en año 1972, era el boletín de las actividades del ente, sus socios y colaboradores.
Es de lógica encomiable, que esta acción continuada durante tantos años por la distinguida Casa de Galicia, en favor de la ciudad, gentes (especialmente los necesitados de juguetes y alimentos) es muy inestimable. Labor que en méritos y honores, por parte de todos sus componentes han hecho que la ciudad tenga una digna Cabalgata de los Reyes. Y han dejado el germen para su continuación en el devenir del tiempo, si en algún momento por fuer de otras razones tuviera que encomendar.
En la fundación de la Casa de Galicia de Las Palmas se inscribieron más de trescientos gallegos que residían en la isla. Era el pretexto para tener un lar galego, falar y recrearse con el sonido de los instrumentos vernáculos de la vieja patria natal. No se perderían los entrañables vínculos con la tierra. En esa suma añoranzas en los gallegos, se aminoraría la morriña de haber dejado en la distancia su amado terruño, en la lejanía de la otra orilla atlántica, más allá del horizonte isleño.
De aquellos primitivos gallegos inmigrados a la isla de Gran Canaria por motivos laborales, pocos quedan por razón biológica. Ellos dejaron sus retoños genéticos al matrimoniarse con gentes de la tierra de acogida. Y aquí quedó su descendencia: hijos, nietos y biznietos. Ambas latitudes geográficas se fundieron en un solo hogar: canario-gallego. Dejaron además, su ardua laboriosidad y entrega solidaria.
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