Coalición Canaria y su llavín

Omar Batista

5 de octubre de 2023 19:16 h

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De entre todas las apuestas políticas que tienen espacio en la arena política nacional, la de Coalición Canaria sin duda es la más ecléctica. En España tener arrojo tiene premio, ser visceral, auténtico, “radicalmente por algo”, simular que de alguna manera tienes claro lo que quieres y apuestas por ello con compromiso e idea es de lo poco que puede despertar la admiración de los españoles.  

Eso es lo que explica que CC quiera apostar siempre por el Gobierno de España. Ninguna configuración del Gobierno de España está en contra de los intereses de Coalición Canaria. 

La cultura del pacto es eso. Coalición Canaria da un respiro a la política española, en el sentido su voluntad es antagónica a la cultura bipartidista, bibloquista y bifrentista. Tiene uno de los pocos cuerpos electorales que benefician con su fidelidad la intención del consenso. Se acuerdan de lo de “¿el perro que ni come, ni deja comer? Pues Coalición Canaria es todo lo contrario, comen los dos perros. Siempre en esa voluntad.  

Las Islas Canarias son un territorio limitado, dividido en ocho islas que guardan una gran heterogeneidad interna. Si bien para los procesos electorales a cabildos insulares hemos visto varías mayorías absolutas, para el Parlamento de Canarias comprobamos exactamente lo contrario, nunca, desde 1983, ha habido una mayoría absoluta en la cámara autonómica, y además esta es la que goza de más acuerdos por unanimidad en la pasada legislatura, presidida por el saliente socialista lagunero Gustavo Matos. 

Carl Schmitt, en su alegoría de El Concepto de lo Político, deja clara al menos una cosa, sólo se puede construir políticamente desde el disenso o desde el consenso. Son dos estrategias contrapuestas y cada una tiene sus límites y bondades. 

Como ya sabemos que la geografía manda, para explicar cómo se dibuja esta dinámica en nuestro territorio citamos los ejemplos de la estrategia de Vox y CC para ubicarnos. Antes de entender el posicionamiento político de una organización tenemos que fijarnos en qué territorio opera y qué actores quiere arrejuntar para lograr no sólo un poder efectivo desde las estructuras formales, sino además ejercer un papel cultural y social redundante que le permita convivir con la sociedad y ordenar sin restringir derechos u optar por medidas que se sientan como una obligación, y no como una libertad colectiva.  

Vox diseñó desde su nacimiento una propuesta de construcción de lo político desde el disenso, poniendo límites claros y siendo pre-claro en multitud de asuntos. Eso en Castilla y León parece estar siendo un modelo de éxito.  

CC nace en 1993 con la voluntad de unir todo lo posible a favor de un sólo interés común. Como en toda obra populista, ese interés común es depositado en la plaza de forma diferente por cada uno de los actores intervinientes. Es como una revolución, un cambio de sentido. ¿Se acuerdan cuando nació Podemos? Cada una de las personas que atendieron a tal urgencia pusieron dentro de la cajita lo que deseaba para España; luego el partido se fue definiendo dejando alguna gente por el camino. Porque los ideales son amplios, pero la realidad y el tiempo los van laminando. Los idealistas hacen nacer las cosas que tenemos, y los realistas las mantienen, por eso en un equipo que se proponga voluntades comunes, siempre tiene que haber ambas mentalidades, para saber qué hacer en cada momento.  

Hoy día CC sigue sobreviviendo, y sin duda es uno de los partidos más fuertes y asentados de Canarias, rivalizando con cualquiera de los actores presentes siempre con la voluntad de dar el abrazo del oso a quien pase por delante. No es que sea un socio leal o desleal, es que no te queda más remedio que ser su socio y siempre te va a dejar algo para que tú comas. CC ejerce el poder desde la humildad y la observancia, escucha más que habla, pero es consciente del valor de su fragilidad, y por eso siempre deja algo para los demás. 

Hoy desde Canarias se están dando lecciones de un modelo de cultura del pacto, a través de la figura de Coalición Canaria, que acaudala el 11,28% del voto válido de la representación de las Islas en el Congreso de los Diputados. Quienes se enfrentan a ella y tratan de articular un modelo político en Canarias no basando en el consenso, si no en el disenso, saben bien, que su fortaleza está en el poder de su generosidad. 

Las exigencias del partido canario son asumibles por cualquiera de los actores de este teatro, y su precio sencillo de pagar por quien esté mando en plaza. Con esos mimbres, pocos cambios puede articular para el pueblo canario, ninguna organización política que se proponga dar a las Islas un mejor estatus en España y generar por tanto una agenda de políticas públicas que sirvan para decir que en el futuro la realidad de las islas va a ser ilusionante. 

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