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Los gansos de Juno
Pero algunos gansos sagrados de Juno, que eran criados en el santuario, empezaron a graznar y al mismo tiempo se lanzaron contra los bárbaros, de modo que alertaron del peligro“. De esta forma describe Dionisio de Halicarnaso, historiador romano del siglo I a.C. la forma en que Roma se enteró de que los bárbaros galos estaban intentando invadir el Capitolio en la madrugada del año 387 a.C. El episodio, que no pasa de ser una anécdota literaria para dar mayor dramatismo a aquel suceso ha vuelto a mi memoria a colación de los titulares de estos últimos días.
Existe la impresión de que la capital del Imperio ha sido tomada por una horda de invasores galos (hasta en los pelos de algunos podríamos encontrar una imagen clara de esta idea), que han conseguido asaltar las defensas y que están instalados por todos los lugares de la ciudad. Solo les queda asaltar el lugar más sagrado, el Capitolio. El sitio se está prolongando desde hace poco más de un mes y buscan a través de escaramuzas mediáticas encontrar una puerta por la que colarse.
Es en ese intento que parece estar cada vez más cercano cuando comienzan a oírse los graznidos de los gansos que tratan de alertar del peligro que se viene encima. Como ya sabemos el ruido que producen estos animales es cualquier cosa menos agradable. Tal vez el suave canto de un ruiseñor no lograría llamar la atención con suficiente fuerza como para que los “garantes del orden establecido” puedan reaccionar a tiempo con sus armas. Hace falta que sea un ruido tosco y desagradable el que despierte a los vigilantes dormidos. ¿Qué puede ser más tosco y lo suficientemente fuerte como para despertar a los guardias de la ciudad? Por ejemplo, se me ocurre, que un ministro salga por un programa de radio y diga que si gobiernan los bárbaros, los terroristas que hace años que no han hecho nada y que están a la espera de que un gobierno se atreva a negociar de forma definitiva su proceso de desarme, serán los primeros en celebrar que los bárbaros hayan conquistado Roma. Una burrada, no perdón, gansada, como esta consigue levantar de sus asientos a más de uno. Principalmente por lo burdo del argumento, por lo manifiestamente falso y por lo abyecto de la afirmación, sino porque viniendo del mismísimo Ministro de Interior se aprovecha del plus de “credibilidad” que le aporta su cargo representativo para obtener una mayor repercusión en sus palabras.
Está claro que esta gansada hace despertar a más de uno. Por una parte, los “defensores” de la ciudad ya están más que alertados de que hay que impedir por todos los medios que los galos bárbaros se apropien de lo que algunos consideran suyo por derecho de nacimiento. Pero también, esta gansada tiene que hacer despertar a tantos otros ciudadanos de todos los lugares que entienden que los gritos estentóreos sin contenido, son indicadores del enorme miedo que algunos tienen. No podemos hacer historia contra factual, para imaginar qué hubiera pasado si aquellos gansos no hubieran alertado a los defensores romanos y finalmente Roma hubiera sido conquistada por los galos. Lo que sí podemos imaginar es que la historia posterior hubiese sido muy diferente, y, eso, no necesariamente significa que hubiera sido peor.
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