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Grave irresponsabilidad de EE UU con el cambio climático
Ya nos hemos acostumbrado –aunque no seamos estadounidenses, pero sí que nos incumbe sus desnortadas políticas por su trascendencia a nivel mundial– a los exabruptos de rubio y sonrisa gélida de simplón total, del reciente inquilino de la Casa Blanca. Su último latrocinio ha sido un puyazo contra las políticas de contención al continuo deterioro del medio ambiente, denostando el cambio climático; y por ende a la propia naturaleza y la vida saludable en su seno. Como se esperaba de sus alusiones precedentes, ha sido consumada su retirada de los pactos mundiales firmados en París en diciembre de 2015, para aminorar los perniciosos efectos del cambio climático.
Dicho convenio firmado en la ciudad parisina por 200 países de todo el mundo, era a todas luces, insuficiente para los órganos ecologistas y para paliar los graves daños causados a la atmósfera por la industria occidental, generalmente; es, sin embargo, el acuerdo menos trágico desde que se comenzaran las convenciones internacionales sobre el clima, a principios de los años noventa de la pasada centuria, con el extinto Protocolo de Kioto. En el cual nunca se llegó a un acuerdo en la recesión de los gases de efectos invernaderos. China, EE UU y otras potencias industriales, se negaron a firmar pactos en el mencionado Protocolo. Y para más inri, Norteamérica se desligó con toda desfachatez y desprecio a la humanidad, en el año 2001.
El súbdito ocasional y rey del ladrillo, que ocupa la Casa Blanca y los disparatados designios de los EE UU, ha decidido revocar el acuerdo firmado y comprometido anteriormente por el gobierno norteamericano. Él y sus huestes más radicales del conservadurismo y los radicalismos más extremos de la convivencia social, en el que imperan las influencias sobre el selvático presidente, de las multinacionales de las finanzas de todos estos ultraconservadores del vil metal. Como era de suponer estos interesados negacionistas del cambio climático, generado por el hombre y sus negras y venenosas poluciones por la industria del carbón y todos los productos de quema de combustibles fósiles, seguirán destruyendo los equilibrios naturales en el medio ambiente del planeta. Loquinario hecho que nos puede llevar al desastre medioambiental absoluto. Precisamente, EE UU fue el primer contaminante de CO2 del planeta; siendo China quien ocupe el primer degradante puesto en la actualidad.
Ya lo había advertido el actual presidente norteamericano: que si gobernaría, anulará ipso facto el acuerdo que fue firmado por el anterior mandatario Obama, en los citados acuerdos de París. Muy responsablemente actuó el presidente saliente, en vista de la que se avecinaba con el actual presidente y de sus equivocados postulados, que blindó zonas de protección medioambiental, prohibición de perforaciones petrolíferas y disminución en la extracción del carbón. Pero el rubio de largos cabellos y larga mentecatez (que según los científicos de la siquiatría no tiene la cordura pertinente para llevar las mandos de un país), se ha dado las urgencias para dar riendas sueltas a las petroleras y al carbón. Y lo hacen, ¡cómo no…¡, con la mezquina excusa de la “salvaguardia de los puestos de trabajos y de la economía del país yanqui”.
Barack Obama en su consciente responsabilidad de protección al medio ambiente y al clima del planeta, firmó el pacto en 2016, comprometiéndose a disminuir las emisiones de su país entre un 26% y 28% para 2025, respecto al existente en el año 2005. Compromiso con el que se pretende alcanzar para el año 2030 que el mercurio no alcance 2 grados superiores a los normales en el medio ambiente. Esto es, reducir en unos 40.000 millones de toneladas menos anuales de gases de CO2, hasta que paulatinamente se vaya extinguiendo por su nulo uso de estas energías tan perjudiciales.
Ante una evidencia climatológica tan palpable, solo los movidos por intereses espurios y perversos en sus mentes, son los únicos que niegan el cambio climático. Cuestionan, sin fundamento alguno, que el aumento de las temperaturas y los desastres climatológicos sean ocasionados por el hombre y su industria. Los máximos culpables de las emisiones de gases venenosos a la atmósfera son por este orden: China, Estados Unidos y Europa, quienes generan la mitad de las contaminaciones que se producen en la Tierra. Y el pontífice del Vaticano, Francisco, así lo determina: “Creo que el hombre ha ido demasiado lejos”. Y pide arrojo a las naciones para remediar esta irreversible enfermedad medioambiental.
Tampoco creen los conservadores norteamericanos y negacionistas del cambio climático, las declaraciones de los doscientos científicos de todo el mundo en la plataforma creada por la ONU, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que fue creado en 1988, con el objeto de evaluar del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, y consecuencias que producen estos peyorativos efectos de la vida en la Tierra. Los estudios razonados y ofrecidos por la propia ONU y el IPCC, sobre los fenómenos medioambientales y climatológicos que estamos padeciendo son las consecuencias de las radicales sequías, torrenciales lluvias, altas y bajas temperaturas, ciclones, etc., etc.
También hay que recordar que los mandatarios españoles y del gobierno del PP, han hecho que aumente en España, desde 2015, las emisiones de gases de gases de efecto invernadero en un 4%, según las valoraciones ofrecidas por el Observatorio de Sostenibilidad, que atribuye la causa a un aumento del 23,4% de mayores cantidades del uso de carbón para generar electricidad. Y tienen la máxima culpabilidad de anular las energías limpias que estaban crecientes y fructíferas económicamente, en un descarado favor a las economías de las industrias de energías eléctricas.
El CO2 seguirá imparable ante tanta irresponsabilidad, ahogando nuestra frágil atmósfera que respiramos. Ni Estados Unidos ni ningún otro mandatario, por fuerte potencia económica que sea –que no moral ni ética–, tienen derecho alguno a alterar los equilibrios naturales y la vida de todos los seres que pervivimos, ocasionalmente, sobre este trozo de tierra en el infinito del espacio sideral: desde los seres humanos de honradez y responsabilidad con la naturaleza; y a todas las especies vivas que habitamos en este planeta azul.
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