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Una inglesa soñadora

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A Canarias vino un día una inglesa soñadora, que ver el cielo quería, siempre azul y a todas horas. Haciendo fabulación historicista, fue realmente una inglesa quien inauguró el hotel Metropol en 1889, desde donde se desplazaba a echarse unos vinos a la zona de Vegueta y al Refugio de la playa de Las Canteras a tomar el sol y también algunos vinos y hasta un ron. Fue tal el entusiasmo que despertó la isla en Mary (así la vamos a bautizar), que al año siguiente inauguró el hotel Santa Catalina. Era una pudiente londinense, con muchos posibles, siguió viniendo a Gran Canaria y también fue una de las primeras inglesas que pernoctó en el hotel Bella Vista que inauguró la familia Quiney en 1892, y más tarde también fue cliente del primitivo hotel Santa Brígida, abierto en 1898.

Por esa época no venían las suecas, sino las inglesas, y también muchos ingleses que enseñaron a jugar al “football” a los rocotes canarios, incluido al novio secreto de Mary. Aparte de los marineros que llegaban al Puerto de Las Palmas, y luego al de la Luz, también venían muchos a curarse de enfermedades bronquiales, asma, incluso de tuberculosis, y Mary que andaba con un asma del quince, se trataba mayormente entre Santa Brígida y el Refugio, y entre vinos y rones. Pasado el tiempo, el turismo se trasladó a la playa de Las Canteras, y entonces las suecas sustituyeron a las inglesas, cuestión que viví de cerca con mis amigos Paulino Jorge, Pepe Ayala, Pepe Juan Cardoso, Juan Martín, Pepe Pérez, y mi inolvidable José Domingo Morales, en paz descanse. No me voy a alargar rememorando los dancing con las suecas en el Costabella y Las Cuevas, que ya publiqué en este periódico, mis amistades con Rafael Mújica, gran jugador del Club Victoria, Atlético de Madrid y UD Las Palmas, bellísima persona, y también mi identificación con Alfonso Silva, José Casas “Pepín”, y largo etcétera, simplemente les remito a la serie Los pinitos del turismo en Gran Canaria de grato recuerdo de mis años mozos.

Pero volviendo a la actualidad del ferragosto de 1920 ahora resulta que no van a venir ni las inglesas soñadoras, ni los ingleses balconi y me tiro a la piscina desde el balcón para fastidiar a otros turistas. No quiero ponerme en plan empresarial para pedir que vengan todos los británicos, ni como el científico Fernando Simón, que no quiere que vengan los turistas para frenar la pandemia, pero creo que se debería estudiar un término medio porque de seguir el frenazo impuesto por Boris Johnson, Canarias pasará hambre, dixit Ángel Víctor Torres, y no precisamente de turistas, con el aumento desproporcionado del paro y el desempleo. La decisión del Reino Unido de someter a cuarentena a quienes regresen de vacaciones en Canarias, no sólo tendrá consecuencias inmediatas en la economía canaria, sino también a una situación muy delicada a medio y largo plazo. Ahora mismo, las empresas del sector turístico están sufriendo un aluvión de cancelaciones también para los meses de invierno, la temporada alta en Canarias. De momento, TUI ha cancelado todos sus vuelos con Canarias hasta el día 10 de agosto y ha desviado estas operaciones hacia Grecia y Turquía. Esperemos que Boris Jonhson se entere de que aquí no hace falta ni ponerse mascarillas por la calle y dulcifique las normas de viaje de las inglesas soñadoras y los ingleses socialbebedores al Archipiélago.

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