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Jonathan Allen, narrador al modo clásico

Luis León Barreto / Luis León Barreto

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El sueño de Praga era una metáfora sobre la pasión de coleccionar, con el regusto de novela histórica, el autor se planteaba con ella comenzar una serie de novelas metafísicas, entendidas como textos que tienen una parte fantástica y otra real. “Para mí lo metafísico es un comentario de los límites de la conducta humana que nos permiten reflexionar sobre nuestra condición. Es metafísica por eso, no porque sea exclusivamente una historia de fantasmas, un cuento del más allá, sino por esa relación que tiene entre lo real y lo irreal, lo probable y lo improbable, que yo pienso es donde se sitúa nuestra alma, nuestra condición.” Además, la literatura debe explicar al hombre en su entorno, y eso es lo que intenta y consigue en estos relatos recientes. Las islas son, como dijo Pérez Minik, puerto de entrada y salida de viajeros, sobre todo puerto de entrada al que llega gente que en cierto modo quiere exiliarse del mundo. Extranjeros trasterrados en las islas abundan en deliciosos relatos de Jonathan.

En su recopilación Napoleón en Santa Helena & otros cuentos, Fernando Castro Flórez habló de la voluntad de estilo, la cultura literaria y la conciencia de este autor de que “hay que combatir el literalismo y la banalidad de ciertas formas contemporáneas de lo narrativo. Un narrador con gusto por el relato, una voluntad de estilo encomiable, un propósito narrativo que podría ubicarse entre Dickens, Henry James, Kafka y Milan Kundera. Ironía fina, escritura lineal pero con un lenguaje muy cuidado. El autor es de los que entienden que la literatura debe explorar la vida, debe introducirse en la relación del ser humano con su entorno, el espacio, el tiempo, la historia del propio autor, la historia que conformamos todos. Claro que el autor es juguetón, le encanta introducirse en tiempos remotos, exhibir su erudición, jugar a los anacronismos. Construye climas populares y ambientes distinguidos con variedad de recursos.

Esta literatura de Jonathan Allen es más seria y profunda que la que solemos leer de la mano de nuevos autores. Pues la reciente introducción en el mundo de las letras de este autor viene tamizada por muchas lecturas, por un amplio conocimiento de las tradiciones literarias. Podríamos atrevernos a significar que escribe con una cierta distancia, como si su pluma fuera el ojo de una cámara a lo Nouveau Roman. Y es que en él pesa la tradición literaria que tanto conoce, desde Dickens a Henry James, desde Cervantes a Milan Kundera. Tiene Jonathan gusto por los personajes y los ambientes antiguos, escribe como si fuera un aristócrata europeo que observa la vida con guiños de humor y fina ironía británica.

En suma: un escritor diferente que pide hueco. Si en Canarias nos acostumbráramos a sumar en vez de a restar, a pasar por alto las mezquindades y miserias de la vida literaria, deberíamos tener en cuenta los registros que nos propone esta narrativa.

Luis León Barreto

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