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Las lecciones del caso 'Naydenov'

El 'Oleg Naidenov' incendiándose en aguas de Gran Canaria.

Ana Oramas

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Han pasado más de dos meses desde que se hundió el barco pesquero ruso Oleg Naydenov a apenas quince millas de Maspalomas. Dos meses en los que el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Canarias, con el apoyo de expertos y voluntarios, han gestionado una crisis que no se resolverá definitivamente hasta que se extraigan las 1.400 toneladas de fuel que se encuentran en su interior.

Muchas son las preguntas que existen sobre lo sucedido desde que se tomó la decisión de que el barco abandonase el puerto de Las Palmas, su extraño periplo por nuestras aguas hasta su definitivo hundimiento al sur de Gran Canaria. Unos interrogantes que deben servir para que las administraciones públicas, con el asesoramiento de expertos, adopten conclusiones que sirvan como referentes para contener las consecuencias de futuros sucesos similares.

Es un asunto que nos tenemos que tomar muy en serio como para que se realice un análisis riguroso y se extraigan conclusiones para el futuro. ¿Qué habría sucedido si hubiera sido un petrolero con 50.000 toneladas de fuel, y no un pesquero con 1.500? ¿Cuáles habrían sido las consecuencias si se hubiera hundido al Norte de Gran Canaria, y no al sur? ¿O cuál hubiera sido la magnitud de la catástrofe si hubiese sido en otra época del año y con otras condiciones de las corrientes“.

Esta semana, en el pleno celebrado en el Congreso, trasladé todas estas preguntas e inquietudes a la ministra de Fomento, Ana Pastor, en las que subyace la necesidad de blindar la protección de nuestras costas y el medio marino. Su respuesta no fue la que hubiese deseado, más allá de reconocer que va a crear un grupo de trabajo con la participación de Puertos del Estado y las Autoridades Portuarias, por lo que espero que haya una comparecencia en un futuro próximo para ahondar en este asunto.

Accidentes de este tipo no se pueden evitar, pero sí se pueden mejorar las acciones de prevención y los medios técnicos, científicos y humanos necesarios para hacer frente a la misma, y esta experiencia con el pesquero ruso debe servir para mejorar y prevenir futuras mareas negras en Canarias. No hay que olvidar que el archipiélago es una zona de paso de grandes petroleros y destino de referencia mundial en materia de cruceros.

El archipiélago canario ha sido escenario de numerosos vertidos de hidrocarburos durante décadas, poniendo en serio riesgo la salud de las personas, del medio natural, la fauna y sectores productivos vitales como la pesca y el turismo.

Es imprescindible, como ha puesto de manifiesto el Grupo de Rescate de Fauna y Apoyo al Voluntariado, consolidar con urgencia un sistema de respuesta altamente cualificado, técnicamente formado y dotado de los recursos materiales y protocolos necesarios, para reaccionar ante futuros casos de contaminación aguda en las Islas Canarias. Estos sistemas existen en otros países desde hace décadas y están perfectamente articulados y dotados.

El sistema debe integrar una estrecha y real coordinación entre todas las administraciones públicas competentes, otorgar un peso real y específico al voluntariado ciudadano, y atender a un programa preventivo que contemple de forma precisa mecanismos de respuesta ante escenarios de impacto de diferentes magnitudes, designando coordinadores municipales, insulares, provinciales, autonómicos y estatales para mejorar la eficacia de la acción.

Debe abordarse con urgencia una evaluación rigurosa sobre los índices de riesgo de derrames de hidrocarburos u otras sustancias al medio marino en las Islas Canarias, adoptando las medidas preventivas para reducirlo: puertos refugios, operativos de extinción de incendios, protocolos de reacción ante supuestos accidentes, ensayos periódicos, mayor control sobre buques con cargas tóxicas en tránsito por las islas y que el programa de vigilancia de la Agencia Marítima de Seguridad de la Unión Europea permanezca permanentemente activo sobre las aguas canarias para aumentar la probabilidad de identificar aquellos buques que de forma deliberada derraman hidrocarburos.

Si se consideran los últimos 10 años, la frecuencia de derrames de hidrocarburos en el entorno marino de Canarias es de uno cada 255 días. Por tanto, la preocupación que existe es máxima. Y espero que esa preocupación sirva para que se extraigan conclusiones rigurosas y se tomen decisiones responsables.

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