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El ministro lotero
En un principio en las islas se creyó que el presidente había acertado al situar al grancanario al frente de un departamento con tres ramas identificadas con las islas.
Ser ministro de Turismo y canario es casi una redundancia. Si además Repsol quiere saber si hay petróleo en nuestras aguas y en las energías renovables, tanto la eólica como la solar, tenemos mucho que decir, más aún para pensar que el gallego había acertado de pleno.
No obstante, ha sido llegar Soria al ministerio y comenzar a sonar los cacharros de la cacharrería. El ministro es un tipo listo y preparado, pero no está dotado del don de la oportunidad y las buenas maneras.
Aún dolido con Paulino Rivero tras su salida del Gobierno canario, Soria ha comenzado su andadura madrileña vengándose de sus antiguos socios, dando una patada a Paulino Rivero en el culo de todos los canarios.
Así, ha adelantado medidas que en principio no favorecen la calidad de vida de sus paisanos. En una misma semana adelantó que se acababan las subvenciones a las tasas aéreas y a las energías renovables y que se harían prospecciones petrolíferas en aguas archipielágicas sin consultar previamente a las instituciones canarias por el detrimento que puedan generar en nuestra gallina de los huevos dorados.
Por si eso fuera poco, esta semana su ministerio dio calabazas al representante del Gobierno canario en materia turística. Cuando el viceconsejero llegó a Madrid para reunirse con el presidente de Turespaña y la secretaria de Estado del ramo, le dieron con la puerta en las narices. El desplante fue la última gota.
Cuando Grisaleña dijo tras el nombramiento de Soria que a los canarios nos había tocado la lotería, quizá quiso decir que el ministro era una bomba de relojería. Aunque rime malamente, parece que el ministro, nuestro ministro, sigue siendo un verso suelto.
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