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Nato-Estrellas de Stoltenberg: corrupción y el curioso racismo de Zelensky

Secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg

Emilio Díaz Miranda

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Informar es tomar partido contra las injusticias, ha dicho Ione Belarra, secretaria de Podemos.

Yo me permito aplaudir su declaración hecha desde la tribuna del Parlamento español. Y añado que “desinformar” es ponerse del lado de las injusticias, de los abusos y de las mentiras. Y tal afirmación es válida tanto nacional como internacionalmente.

Este jueves 27 de abril el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que la Alianza bélica antirusa ha entregado a Ucrania prácticamente la totalidad de las armas que el gobierno Zelensky, desde su palacio de Kiev, reclamaba para su contraofensiva. Stoltenberg afirmó: “Más del 98%”.

El dirigente noruego expuso sin vergüenza ni disculpa la participación clara de la OTAN en el conflicto al confesar que los países miembros de la OTAN han entrenado ya más de nueve brigadas ucranias, además que las ya entrenadas en el pasado. “Esto pone a Ucrania en una posición fuerte para tratar de reconquistar territorio”, reafirmó, repitiendo la sistemática propaganda que desde comienzos de la intervención de Rusia en Ucrania se nos viene inculcando mediante sistemáticas repeticiones en las que se afirma que los rusos tienen grandes pérdidas, que retroceden y que las víctimas ucranianas son, dicen, niños y mujeres. Según tales “noticias” no se puede enterar ningún lector o radioyente de que también ha habido soldados al servicio del gobierno ucraniano que han caído muertos o prisioneros. Sólo cuando se nos informa de intercambios de prisioneros es cuando nos enteramos de que también las tropas rusas han causado víctimas y han tomado prisioneros a las tropas ucranianas.

Sobre el terreno ucraniano en esta fecha de abril, al menos una persona ha resultado muerta y más de 20 han resultado heridas, entre ellas, un niño. Ocurrió de madrugada tras un bombardeo ruso contra viviendas en Mikolaiv, hacia el sur, según reportan las autoridades ucranianas locales. Así pues, pese a las anunciadas recuperaciones de las tropas ucranianas, tanto de territorios, como de la moral y del progreso militar, los rusos siguen atacando. Así, ha habido otro ataque de las fuerzas del Kremlin que han causado una víctima mortal en un barrio residencial de Jersón, también en el sur.

La prohibición estadounidense de entablar negociaciones sigue suponiendo víctimas. Y el anuncio triunfal del secretario general de la OTAN, el noruego Stoltenberg, de la entrega de 1.550 vehículos armados, 230 tanques, así como otros equipos bélicos y gran cantidad de munición, es señal segura de que seguirán habiendo víctimas, pues las armas sólo servirán para prolongar la matanza de rusos y ucranianos.  

Wagenknecht: entrenar soldados es ser “parte de la guerra”.

La diputada de la Linke (Izquierda) Sarah Wagenknecht ha vuelto a expresar su preocupación por el hecho de que la propia Alemania se estuviera convirtiendo en parte de la guerra al suministrar armas pero que el gobierno alemán pretende quedar fuera y completamente ajeno a este riesgo: “Si entrenas soldados, eres parte de la guerra”. La diputada de la Izquierda en el Bundestag abogó por tomar la iniciativa diplomática, buscar negociaciones y abandonar el belicismo rearmamentista. La Wagenknecht afirmó: “Tenemos un punto muerto de facto en el campo de batalla. Ninguna de las partes puede ganar, así que hay que presionar para que haya negociaciones”.

El presidente ucraniano, Zelensky, había dejado claro que sólo quería negociar con Rusia si también se abandonaba Crimea. “Esto puede justificarse moralmente, pero no es realista”, dijo Wagenknecht.   

Alemania y Occidente tendrían que decir con cuáles de los objetivos bélicos de Ucrania están de acuerdo y con cuáles no. “¿Queremos que los tanques Leopard ayuden sostener un ataque contra Crimea? ¿A dónde lleva todo esto y dónde acaba? ”El canciller Scholz no ha dicho nada al respecto en el Bundestag“, criticó la diputada Wagenknecht.

Corrupción sostenida y reorganización ucraniana

Mientras la melodía otano-triunfalista se repite no es posible olvidar que hace menos de un mes hubo un intento público de recuperar imagen por el gobierno de Kiev, ya que 11 funcionarios renunciaron a sus puestos o fueron despedidos en el intento de Kiev de acabar con la corrupción en el gobierno. No se sabe bien si fue antes o después de tales medidas que entre algunos políticos en Estados Unidos se levantó el clamor de cara al público y a sus votantes, pidiendo restringir los paquetes de ayuda a Ucrania. Eso era antes, y ahora Biden vuelve a presentarse como candidato presidencial a las próximas elecciones, según anunció.

Pero Estados Unidos está lejos aunque sus servicios de espionaje e influencias sigan presentes. Y la lejanía es siempre una desventaja.

El presidente Volodymyr Zelensky estuvo tratando de restaurar la confianza pública con rapidez, aunque las acusaciones eran, y son graves, y el momento no es el más adecuado. Recordemos que el ministro de Defensa estuvo acusado de corrupción y robo de las ayudas económicas al armamento. Luego, quizás por ser miembro de confianza del grupo oligárquico en torno a Zelensky, se le restauró a su puesto.

  

Otros tuvieron menos suerte. Por ejemplo Kyrylo Tymoshenko, jefe adjunto del gabinete del presidente Volodymyr Zelensky, que renunció a su cargo tras salir en la prensa que había mudado a su familia a una mansión palaciega. La ola de renuncias afectó a elevados cargos como un asesor presidencial, el viceministro de Defensa y el fiscal general adjunto. Pero con la misma fugacidad con la que aparecieron tales noticias en la prensa ucraniana y en alguna occidental, con la misma velocidad volvió el silencio sobre la corrupción entre gobernantes y élites poderosas en Ucrania del entorno de Zelensky.

Zelensky: el judío de conveniencias

A Zelensky no se le conocían actividades ni convicciones religiosas. Y de repente, parece recordar los orígenes religiosos familiares.

Tres semanas antes de las elecciones de 2019, Zelensky cedió su parte en Maltex Multicapital Corp a Serguey Shefir, que ahora es su consejero principal en la oficina oficial. Además de Serguey, su hermano, Boris Shefir, y Andrey Yakovle, el guionista de Kvartal 95, juntos tienen acciones en la misma empresa.

Cuando una persona vende sus acciones, pierde su derecho a cobrar dividendos. Sin embargo, los Papeles de Pandora revelan que la venta fue ficticia porque Maltex Multicapital Corp tenia prevista pagar dividendos a Zelensky varias semanas. Después de que este cediera sus acciones a Shefir. No se sabe si el pago se hizo efectivo o no, pero la anotación parece indicar que -como poco- la venta fue una tapadera.

El presidente ucraniano mintió cuando, tras las elecciones, afirmó que ya no tenía ninguna relación con la empresa y que vivía de su sueldo. Ni él ni los miembros de su familia indicaron haber recibido dividendos en sus declaraciones de impuestos desde 2018. El pago de esos dividendos resulta ser y es, pues, un fraude fiscal.

Los Papeles revelan que el presidente ucraniano ocultó parte de su fortuna a través de empresas pantalla, permitiendo que sus ingresos escaparan a la hacienda ucraniana.

Otro estrecho colaborador de Zelensky, el jefe del servicio secreto SBU Ivan Bakanov, también consiguió un paraíso fiscal para su Empresa Davegra Limited, registrada en Belice. Esta empresa es la principal propiedad de Maltex Multicapital Corp, y se dice que oculta detalles de los verdaderos propietarios, es decir, Zelensky, su esposa y su clan. En 2019 Bakanov vendió la empresa a Yakovlev, el guionista de la tele.

Los familiares de Zelensky compraron tres pisos en Londres, gestionados por la misma empresa, Maltex Multicapital Co. Sergey Shefir, es propietario de dos pisos en Londres por valor de 5,1 millones de dólares y Andrey Yakovlev es dueño a tercero, por valor de 2, 3 millones de dólares.  

El intento de asesinato de Sherif

Es el mismo espectáculo circense con distintos protagonistas. Si en 2016 el anterior presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, ya había aparecido en los Papeles de Panamá, Zelensky aparece en los de Pandora, una versión mejorada y actualizada del mismo espectáculo gracias al rocambolesco intento de asesinato de Serguey Shefir el año pasado.

El automóvil en el que viajaba el asesor presidencial fue alcanzado por más de 10 balas cerca de Kiev, según dijo entonces la policía ucraniana.

Shefir y su hermano, Boris, fueron quienes crearon la red de empresas tapadera del Presidente ucraniano y luego, tras las elecciones de 2019, Zelensky las puso a su nombre para ocultar el fraude, que es a la vez económico y electoral.

Aunque ahora nadie quiera acordarse para no empañar la imagen patriótica y heroíca del presidente ucraniano, aunque nunca haya estado disparando en el frente de batalla, los fraudes y las conexiones oligárquicas son cosas sabidas, incluso por intoxicadores como Escolar y sus plumíferos.

Lo realmente importante seria descubrir quién es Kolomoiski, verdadero artífice de la red de los Zelensky y los Shefir.

A primera vista parece ser el Estado de Israel, pero no podemos olvidar que el consorcio de periodistas que realizó las filtraciones de los Papeles de Panamá, Pandora y otras parecidas, está financiado por Soros, que es judío, pero también por la Lotería Nacional Holandesa, que también financia a Bellingcat, una medio reaccionario que se ha caracterizado por apoyar a Trump.

Si Soros y Bellingcat van de la mano contra el clan formado por Kolomoiski, Zelensky y Sherif es porque hasta hace bien poco los Estados Unidos se los quería sacudir de en medio, lo que explicaría las sanciones a Kolomoiski, retirado en Israel, y el atentado contra Shefir.

Porque la impresión de que el bolsillo puede más que la religión, que Soros pretendía despellejar al clan de oligarcas ucranianos que encabeza Kolomoiski. Trump o Biden forman parte de la élite gobernante estadounidense, una veces con el burro democrático, otras veces con el elefante republicano.

Racismo anti-ruso y alabanza del islamismo 

El presidente Volodymyr Zelensky ha firmado el texto de una ley que entrará en vigor dentro de tres meses. La nueva ley endurece el acceso a la ciudadanía ucraniana.

Ucrania prosigue su política de “desrusificación”. Un año después del comienzo de la guerra contra el ejército ruso, Volodymyr Zelensky, firmó el viernes 21 de abril dos leyes destinadas a erradicar las referencias a Rusia en todo el país. Algo similar a lo que hizo Hitler en la Alemania nazi con los judíos.

La primera ley, según explica el New York Times, se refiere a la prohibición de utilizar nombres rusos para lugares públicos, ciudades, fechas y acontecimientos, con el fin de evitar cualquier promoción de la cultura que tanto ha calado en el país. De hecho, esta política ya estaba en marcha: en Kiev, por ejemplo, se desmontó una estatua del piloto soviético Valery Chkalov.

En enero, gran cantidad de personas firmaron una petición para cambiar el nombre de la plaza León Tolstói de Kiev por el de plaza de los Héroes de Ucrania. Además, desde 2022, una ley aprobada por el Parlamento ucraniano restringe la difusión de la cultura rusa. Afecta especialmente a los libros y la música.

Estarán prohibidos los lugares públicos con nombres rusos. Tras este periodo, “los organismos gubernamentales y las administraciones militares dispondrán de seis meses para librar el espacio público de símbolos del mundo ruso”, decía el mensaje.

Además, Volodymyr Zelensky, él mismo, rusoparlante, firmó una segunda ley que endurece el acceso a la ciudadanía ucraniana. Para obtenerla, ahora será necesario aprobar un examen que demuestre el conocimiento de la lengua ucraniana, así como de la Constitución y la historia del país.

Al mismo tiempo, se promueve un renacimiento y permisibilidad de la religión del islam en Ucrania, tratando de ganar simpatías en los países musulmanes poderosos económicamente recordándoles las luchas de los zares rusos contra los tártaros musulmanes.

Uno se puede preguntar si el propio Zelensky aprobaría el examen de historia o si ahora se trata de borrar la verdadera historia y fabricar una nueva a gusto del consumidor nazi-ucraniano, que es lo que Putin y su gobierno, han venido denunciando y el mismo ministro de Exteriores ruso, Lavrov, acaba de volver a denunciar desde la presidencia de Naciones Unidas.

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