Espacio de opinión de Canarias Ahora
Periodistas racistas y el Sáhara
El ministerio del interior de España desmintió la muerte en Melilla, también lo hizo la delegación del gobierno y el presidente de la ciudad autónoma. Pero la agencia oficial marroquí mantuvo la falsa noticia en su página web unas horas más. Coincidiendo con el eco mediático de la acampada saharaui en las afueras de El Aaiún, en Melilla unos jóvenes quemaban contenedores y protagonizaban altercados para pedir mejoras sociales. Los medios marroquíes abrían sus informativos con los sucesos de Melilla. También se hicieron eco de las protestas de un periodista de una radio marroquí que acusaba a las autoridades españolas de ponerle problemas para grabar un reportaje sobre Melilla. Los medios públicos de Marruecos hablaban de un “estado de excepción” en Melilla y de los ataques a la libertad de prensa por parte de las autoridades españolas.
En ese ambiente se desplaza hasta Madrid el ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos. Aunque la nueva ministra Trinidad Jiménez había anunciado su intención de viajar a Rabat para reunirse con él, Taieb Fassi-Fihri tuvo “el detalle” de viajar a Madrid y dar una rueda de prensa junto a la ministra. Traía su mensaje bien preparado: la prensa española no informa bien del conflicto saharaui, los periodistas españoles están creando un ambiente hostil a Marruecos que impide una solución dialogada del conflicto planteado por la multitudinaria acampada en las afueras de El Aaiún. El ministro dijo que su gobierno no permitía la entrada de la prensa española al campamento por la seguridad de los periodistas y para no provocar tensiones.
Las consecuencias de esas palabras de Taieb Fassi-Fihri se vieron horas después en un juicio en Casablanca. Manifestantes promarroquíes agredieron a periodistas españolas. Y apenas cinco días después la monarquía alaui demostró lo que significa “solución dialogada” del conflicto del campamento. Ardieron las jaimas, carga policial de madrugada y un número de muertos y heridos que no sabemos una semana después. Hasta los más fundamentalistas defensores de la monarquía medieval marroquí están diciendo que esa carga policial contra los acampados en el Aaiún y las muertes fueron “evitables”. Hasta Jerónimo Saavedra ha reconocido que en el Aaiún si violan los derechos humanos.
Al margen de las etiquetas prosaharauis o promarroquíes, como especie humana deberíamos avergonzarnos todos de lo que está pasando en el Aaiún. Que un estado esté desplegando las más viejas técnicas de terror sobre una población, que entren en casas y detengan a todo el que se mueva, que consideren sospechoso a cualquiera por su idioma, por ser saharaui. Que todo esto pasa aquí al lado, que no dejen entrar a periodistas para contarlo, y ningún gobierno tome medidas concretas contra Marruecos. Que Zapatero ponga los intereses económicos de empresarios españoles por encima de la violación de los derechos humanos y de la expulsión o persecución de ciudadanos del estado español. Todo esto debería darnos vergüenza a todos.
El colmo han sido las declaraciones del ministro marroquí acusando a los periodistas españoles de racistas. Ellos, los que están practicando una política de apartheid en el Aaiún. Ellos los que quieren aplastar la identidad de un pueblo. Ellos que saben tanto de invasión y violación de los derechos humanos. Ellos son los que acusan a los periodistas de racistas. Ellos, que tanto han aprendido de Adolf Hitler y que en el Aaiún están aplicando la famosa frase del nazi alemán: “cuando se inicia y desencadena una guerra lo que importa no es tener la razón, sino conseguir la victoria”. Para conseguir esa victoria están dispuestos a cualquier cosa. Y como en la época del crecimiento del nazismo, el mundo mirando para otro lado.
Juan GarcÃa Luján
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