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Propio de euroescépticos

Noemí Santana

“Puede usted hacer daño a Canarias en Europa, porque estas sesiones se graban.” Así me dijo el otro día Pedro Ortega, consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias ante mi cuestionamiento en la Comisión de Asuntos Exteriores y Europeos sobre el uso y la ejecución de los fondos comunitarios que recibe nuestra tierra.

A primera vista, el europeísmo de las elites canarias puede parecer incuestionable. Pero a nada que una se detiene a observar con detenimiento sus acciones, sobre todo cuando estas compaginan sus lucrativas actividades empresariales con la política, cambian bastante las cosas.

Desde la conquista de nuestra tierra, Canarias representaba una oportunidad de negocio para muchos en el viejo continente, una invitación a expandir su cartera de relaciones, y ya con la entrada de nuestro Archipiélago en el Mercado Común Europeo, estas expectativas se han visto multiplicadas y han crecido en ambas direcciones. De Canarias a Europea, y de Europa a Canarias. Negocios sin límite para unos pocos.

Así lo aseguran en todos los foros en los que domina una visión elitista sobre el papel internacional de nuestra tierra: Europa –nos decía hace unos días Pedro Ortega- ha comprendido siempre mucho mejor que España las especificidades y los graves problemas que padece Canarias. Ahora bien, una cosa es predicar y otra dar trigo.

El mismo gobierno que presume de poseer unos elevadísimos niveles de cumplimiento a la hora de aplicar las ayudas continentales, el cual ronda -según sus propias fuentes- el 90%, no es precisamente un modelo a imitar en lo que a la ejecución equilibrada de estas mismas partidas se refiere. Y no es ningún secreto que los dineros provenientes del POSEI habitualmente se retrasan a la hora de pagar a los sectores más vulnerables de la economía insular, pescadores y ganaderos sin ir más lejos, pero nunca a los todopoderosos plataneros, donde el grueso de los fondos se los lleva el latifundio y los propietarios con pedigrí.

Si le preguntamos por Europa a cualquier pequeño agricultor, sus palabras seguramente no sean todo lo buenas de lo que le gustaría escuchar al Señor Ortega. Unas veces las ayudas llegan tarde y mal, y otras simplemente no llegan. Así nos lo cuentan miembros de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG) o con alguna cofradía de pescadores, repitiéndonos con insistencia lo mismo: Europa no es sensible con los pequeños y medianos agricultores, ganaderos y pescadores. Pero claro, para escuchar esto hay que salir de los despachos y reunirse con la gente, aunque eso implique que te digan cosas que, como consejero de agricultura o de economía y comercio, no te van a agradar.

Por otra parte, no deja de resultar curiosa la facilidad con la que llegan a acuerdos CC, PSOE y PP en cuestiones tan concretas como la posibilidad de invertir lo ahorrado gracias a la Reserva de Inversiones Canarias (RIC) fuera del Archipiélago. Sobre todo si la comparamos con la eternidad en que se ha visto atrapada la necesaria revisión del Régimen Especial de Abastecimiento (REA) que tantos años llevan reclamando numeroso agentes sociales del sector primario. La idea es impedir que se siga potenciando con dinero público la importación de productos que ya crecen en nuestros campos. Da a la sensación de que en ocasiones le abrimos la puerta al producto que viene de fuera, y además le ponemos la alfombra roja para que acabe con el producto de nuestra tierra.

Que no engañen a la ciudadanía, los objetivos de las suculentas partidas que nos llegan de Europa en forma de Fondos de Cohesión, FEDER, Fondos Europeos de Pesca, POSEI, etc., vienen con sus objetivos definidos de manera precisa. Se trata de promover la economía del conocimiento, de estimular la actividad de las pymes y la emprendeduría en todos los ámbitos de nuestra economía, de complementar la inversión en nuestros espacios naturales y rurales, de hacer girar nuestro modelo energético hacia la sostenibilidad, y también de mejorar nuestras infraestructuras sociales y de servicios. Luego, será el crecimiento de esos indicadores la mejor de las vías para acercar a Europa al Archipiélago. Por mucho que a Pedro Ortega le parezca “peligroso” este mismo argumento en la voz de la que les escribe y del grupo parlamentario de Podemos.

No nos cansaremos de denunciar lo que ha hecho Coalición Canaria junto con el PSOE y el PP: incumplir plazos, ejecutar mal y tarde las subvenciones comunitarias, y sobre todo aprovecharse de ellas para favorecer a una minoría poderosa. Eso sí que marca distancias entre Canarias y el resto de Europa, condenándonos a la peor de las ultraperiferias, la de padecer uno de los niveles de desempleo y exclusión social más altos de la Unión. Estos datos no solo cuestionan el nivel de europeísmo de quienes han gobernado las Islas que visto lo visto parece más propio de euroescépticos, sino que además convierten a Pedro Ortega y los suyos en el verdadero peligro para Canarias.

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