Espacio de opinión de Canarias Ahora
Repsol: Espejuelos y calidoscopio
La noticia venía en moto a Villar del Río. ¡Que llegan los americanos! Los inigualables Pepe Isber y Manolo Morán montaron una inolvidable fiesta de recepción llena de cartón piedra, farolillos de papel y hasta una fuente “con chorrito”, para agasajar la llegada de los dueños de los dólares y de la felicidad. Y, con férrea disciplina, engalanaron una “mesa petitoria” donde cada vecino del pueblo podía pedir una cosa, ¡solo una!, porque si pedían más, los americanos se enfadarían y no les dejarían nada. Como se recordará, la comitiva de los “haigas” americanos pasó por el pueblito como una exhalación, dejando detrás de sí apenas una polvacera. Y, ya al día siguiente, las gentes resignadas volvían a su apacible rutina.
Todo esto viene a cuento porque en las últimas semanas la sociedad canaria se ha visto sacudida por el huracán de la sin igual llegada a nuestras latitudes de Repsol. Es cierto que la noticia no ha venido en moto, sino de la graciosa mano del Ministro de Industria. También es cierto que todavía no hemos comprado decorados de cartón piedra, ni nos hemos vestido de típicos, ni nos hemos jincado el cachorro, aunque ya está al fuego un sabroso potaje de berros generosamente condimentado por el Presidente del Cabildo, que ya se está haciendo la foto.
Eso sí, Repsol viene como los americanos, agitando con donaire el mayor cuerno de la diosa Fortuna jamás visto.
Porque si tenemos a 280.000 ciudadanos canarios apuntados en las oficinas del Paro, aquí viene Repsol sacando pecho (y ¡vaya usted a saber!), y nos garantiza nada menos que 52.000 empleos. Y todos nos quedamos tan privados, los primeros los que lo publican con letra impresa. Pero conviene hacer alguna comparación, y así vemos que esa cifra equivale a todos los que están trabajando en el sector industrial isleño, más la mitad de todos los que están trabajando en el sector agrario canario. ¡Y lo dice Bufrau!
Es más, si tenemos dificultades económicas en las islas, a partir de ahora debemos dejar de preocuparnos. Nuestro superhombre promete la inversión de 9.911 millones de euros. Nada, una minucia para él. Pero para nosotros esa cifra equivale al 25% de todo el Producto Interior Bruto (PIB) Canario de 2010. Eso sí es una fiesta. Ya todos, en perfecto orden y disciplinados por la mayor campaña publicitaria que apenas acaba de comenzar, podemos gritar con entusiasmo. Riquiracazumbambacararara! Repsolrepsolynadiemás!
Todavía hay más. Si la industria naval de Las Palmas no ha crecido lo suficiente, aquí está Repsol para arreglarlo del bolichazo. Porque los buques que va a utilizar en sus afanes petroleros, por cierto, muy grandes y complejos, pueden construirse en Astican (se supone que en la grada de al lado del portaviones que también Obama podría encargar). Es cierto que, lejos de los efluvios de Repsol, la sensatez lleva al Presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas (liberado por un momento del hotel, el teleférico y el acuario) a “descartar la posibilidad de que el barco utilizado para la extracción de petróleo se construya en los astilleros del recinto portuario capitalino”. Pero es tal el magnetismo que genera Repsol que, a pesar de eso, el presidente de Astican, embelesado por la grandilocuencia de la situación afirma que, aunque no se podría construir completo en sus astilleros, si se pone a ello y haciéndolo a cachitos para después pegarlos, eso sí sería factible. Primero el casco y después ¡burro cargado busca camino!
Hoy nos centramos en glosar todos estos excesos y desmesuras, dejando para otro día volver sobre el asunto.
En cualquier caso, el comportamiento de Repsol es el paradigma del trato que dieron en su día los descubridores y conquistadores clásicos cuando llegaban a tierras de infieles y paganos. Regalar espejuelos y baratijas. Bufrau ahora nos trae un calidoscopio, porque debe pensar que todavía está en la época en que los navegantes mediterráneos como Roger y Ferrer (fines del 1300) venían a encontrarse con los aborígenes canarios.
No estoy seguro que no haga falta recordárselo.
*Antonio González Vieitez es profesor titular de Economía Mundial en la ULPGC
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