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¿Hacia la reunificación de Corea?
La división de Corea, con el paralelo 38 como frontera, quedó establecida cuando los aliados se repartieron el mundo en Yalta y Postdam. El norte para Kim Il Sung, bajo la influencia de la burocracia soviética, y el sur para Syngman Rhee, bajo la protección de Washington. ¿Y la opinión de los ciudadanos coreanos? Bien, gracias. La guerra (1950/1953) iniciada por Corea del Norte con apoyo posterior chino, y condenada por la ONU (aprovechando la ausencia del delegado soviético), finalizó sin vencedores ni vencidos. El armisticio dejó las cosas como estaban, si no fuera porque habían muerto un millón de personas, casi la mitad de ellos civiles, y el mundo tembló ante las amenazas del general MacArthur, empeñado en un ataque nuclear contra la República Popular China recién salida de la revolución. También se asustó Washington, que rechazó la propuesta. Pyongyang se cerraba posteriormente en sí misma, mientras Seúl recibía el sostén enorme de los gringos para la reconstrucción económica, basada en la explotación espantosa de los trabajadores, al tiempo que condenaba conscientemente al aislamiento y a la pobreza a los coreanos del norte. Hasta hoy.Curiosa la valoración de Henry Kissinger, algo alejada de las interpretaciones convencionales propias de la Guerra Fría. Según el intrigante ex secretario de Estado, “la guerra de Corea surgió de un doble equívoco. Los gobernantes norteamericanos creyeron ver una estrategia soviética para atraer a Estados Unidos a distantes conflictos en Asia y facilitar así un ataque soviético a las posiciones aliadas en Europa. Por su parte, Stalin supuso que la victoria de Kim Il Sung sería rápida, según la promesa de Kim, y que Washington tragaría el resultado dada la posición política estadounidenses que, antes del conflicto, no consideraba la península de Corea como una prioridad estratégica”. Kissinger olvida que aquella guerra, surgida a su entender de “un doble equívoco”, se cobró un millón de vidas (entre ellas las de 47.000 soldados estadounidenses) y la destrucción de un país para regresar al paralelo 38 ya acordado en Postdam. A esta reflexión no llega el diplomático.El encuentro actual entre los jefes de Estado de las dos Corea es el segundo tras 54 años de firmado el armisticio. La paz requerirá la rúbrica de otros participantes en la guerra, como Estados Unidos y China, muy activos en el acuerdo alcanzado sobre el tema nuclear/petrolero. Habrá “zonas de paz”, fortalecimiento de las relaciones comerciales entre los dos Estados, mejoría de las comunicaciones, proyectos económicos conjuntos y un aumento de la ayuda humanitaria de Seúl, cooperación e inversiones directas. El proceso será conducido y verificado por comisiones gubernamentales comunes. Incluso, dicen, Pyongyang y Seúl presentarán un mismo equipo en las Olimpiadas de Pekín. No parece que la reunificación de Corea esté a la vuelta de la esquina, aunque sólo sea porque permanece el principio “dos países, dos sistemas”. Una perspectiva para la unidad nacional de Corea requeriría, entre otras cosas, la voluntad política expresada claramente por el pueblo coreano al norte y al sur del paralelo 38. Creo.
Rafael Morales
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