Espacio de opinión de Canarias Ahora
Va a ser que no
Al presidente de Repsol los canarios le parecemos tercermundistas porque no le dijimos sí bwana cuando su empresa multinacional quiso taladrar nuestras tierras y ensuciar nuestros mares para hacerse más rica de lo que ya es a costa de los indígenas de turno.
Este empresario catalán está acostumbrado a desvirgar los territorios que se encuentra a su paso engoando a los nativos, regalándoles cuentos de las mil y una noches. Por lo pronto, a los periodistas que fueron a sus ruedas de prensa los obsequió con algunos regalos sin ni siquiera habérselos presentado.
Antonio Brufau declaró recientemente que lo que le ocurrió en Canarias, al encontrarse con una población casi unánimemente en contra de las prospecciones, fue como un dolor de muelas serio. Pero un dolor de muelas, por muy serio que sea, nunca será comparable a un botarate encorbatado que pisa las islas con ínfulas imperialistas para comprar nuestro presente a cambio de unas falsas promesas de futuro incierto.
Estos empresarios entrometidos actúan como verdaderos señores feudales cuando visitan las tierras de todo el mundo creyéndose no ya con la posesión de la verdad, sino con la posesión del mismo territorio en el que acaban de aterrizar.
Tercermundista es menospreciar la voz de los pueblos, por muy pobres que sean, anteponiendo su santa voluntad en busca de intereses espurios en los que solo participan unos pocos privilegiados en el reparto del botín.
Tercermundista es tratar a los demás como lacayos. Es llegar, hacer sondeos y marcharte cuando te enteras de que el yacimiento de gas es ínfimo y su comercialización no es rentable.
Tercermundista es tratar de comprar a políticos y periodistas con unos vinos y unos quesos para que vendan a su pueblo por un plato de lentejas a base de sermones decimonónicos y miserables.
Es posible que el pueblo esté equivocado. Es posible. Pero no por opinar distinto que una multinacional va a ser tercermundista. Todo lo contrario. Tercermundista es tratar de sacar adelante tus sucios negocios con regalos al por mayor.
Tercermundismo no es que un pueblo dé su opinión y salga a la calle a protestar por lo que considera injusto, abusivo y arbitrario. Tercermundismo es que los pueblos se vendan al mejor postor que llegue con las maletas llenas de billetes a cambio de que te abran las puertas para enriquecerte hasta la saciedad.
No se le puede poner puertas al campo y tampoco al mar. Pero sí se puede cerrar la puerta al invasor codicioso o abrírsela educadamente para que la cierre por el otro lado, tire la llave al fondo del océano y no vuelva más. A no ser que quiera padecer otro dolor de muelas.
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