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La no violencia de Jiménez

José A. Alemán / José A. Alemán

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Pero existe la memoria. Todos recordamos cómo se hizo Marruecos con el territorio. Olvida Jiménez que en 1975 el Tribunal de Justicia de La Haya sentenció que el Sahara no tenía “lazos de soberanía con Marruecos” y que al día siguiente del fallo, Hassan II ordenó el inicio de la Marcha Verde escoltada por el ejército marroquí, la que ya tenía preparada con antelación; al tiempo que varias unidades penetraban en la ex colonia española por el este y la aviación bombardeaba a los civiles saharauis que huían desierto adelante de la ratonera de El Aaiún habilitada por España. Sin violencia, eso sí.

Por esos días nada violentos la ONU dictó resolución solicitando la retirada inmediata de Marruecos que, digo yo, Hassan II debió ignorar porque allí siguen los marroquíes; cosa que, milagrosamente no niega la ministra, sólo la justifica. Luego hubo una guerra tan sin violencia que han de considerarse los muros marroquinos monumentos a la paz.

En cuanto al acuerdo tripartito de Madrid, que la ministra invoca para legitimar la ocupación, habrá de recordarse que la vicesecretaría de Asuntos Legales de la ONU los invalidó como instrumento de transferencia de soberanía porque España era sólo potencia administradora, condición que no podía ceder por sí sola.

Por otro lado, la propia ONU reiteró, el año pasado por última vez, el derecho “inalienable” de los saharauis a la autodeterminación mediante el referéndum que Marruecos ha bloqueado. Sin violencia, claro. La que tampoco se produjo en los recientes acontecimientos en que la ministra pidió contención a las dos partes poniendo en pie de igualdad a agresores y agredidos; lo que, traducido en plata, venía a ser pretender que los saharauis pusieran cristianamente la otra mejilla a la policía y el ejército alauita y que sea lo que Alá disponga. Dicen que los marroquíes sufrieron más víctimas que los saharauis sin que se haya destituido por incompetentes a sus mandos, pues no supieron evitar esas bajas, a pesar de su superior equipamiento frente a unos civiles que sólo disponían de piedras, palos, cuchillos y arena que echarles a los ojos.

Lo de Trinidad Jiménez es grave. Desde 1975 todos los gobiernos españoles han escurrido el bulto remitiéndose a lo que decida la ONU. Sin embargo, la ministra ha dado el paso de desmarcarse de esas resoluciones para alinearse, por las claras, con los posicionamientos de Marruecos que tienen como eje principal la negativa a acatar las resoluciones de Naciones Unidas. Es lo que significa justamente negar que Marruecos sea potencia ocupante y la violencia que entrañan tantos años de guerra y de represión.

Tiene razón Jiménez, ya ven, al negar que el Gobierno de Zapatero haya actuado con tibieza ante los acontecimientos últimos. Al contrario, se ha mostrado muy firme al alinearse del lado marroquí y su política de ignorancia de los derechos humanos con evidentes indicios de voluntad genocida. No violenta, se sobrentiende, no vayamos a liarla. Me temo que la ministra ha anulado los efectos positivos para los psocialistas del cambio de Gobierno. Hasta el PP se muestra más coherente en este asunto; porque le sale gratis, por supuesto.

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