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Sondeos

Francisco Pomares

Los sondeos publicados este fin de semana siguen apuntando la tendencia nacional a un empate múltiple en la intención de voto a los partidos tradicionales y a los nuevos partidos. Situadas en torno al 20 por ciento las cuatro primeras fuerzas políticas del país, lo que se detecta es un retroceso espectacular del Partido Popular, que pierde más de la mitad de sus votos en esta refriega, y una cierta tendencia a la recuperación del PSOE, alimentada por el creciente liderazgo de Sánchez, los resultados de Andalucía y el frenazo de Podemos en sus expectativas. Se trata de sondeos, y por tanto sólo de pronósticos, pero parece evidente que el mapa político actual viene marcado por una clara división de los ciudadanos en dos corrientes: una que desea un cambio radical en las formas de hacer política en España, y que se manifiesta tanto ente antiguos votantes de centro derecha como entre antiguos votantes de izquierda, con el virtual empate de Podemos y Ciudadanos, y otro grupo que sigue apostando por las soluciones tradicionales que representan el PP y el PSOE. Es la primera vez en la historia de la moderna democracia española en la que se produce esa división entre política tradicional y nueva política. Pero los sondeos lo que ofrecen es una panorámica de la intención de voto, no de la implantación efectiva de los partidos o de los resultados por provincias una vez aplicada la Ley d´Hont, que tiende a atribuir una ventaja considerable al mejor posicionado. En ese sentido, y al margen de que el voto efectivamente cursado puede no responder exactamente a las previsiones, lo cierto es que el mapa político parece devolver la centralidad al Partido Socialista, que –sin necesidad de resultar el más votado en las elecciones-, parece disponer de más capacidad de maniobra para articular mayorías, tanto por su izquierda –Podemos- como por su derecha, alcanzando acuerdos con los centristas reformistas de Ciudadanos.

En Canarias, la lectura de los sondeos es más confusa, por la existencia de un tercer partido tradicional de corte nacionalistas. Un segmento del voto que –curiosamente- también presentan su correlato entre nueva y vieja política, con la eclosión de Nueva Canarias. La complejidad del sistema político de las islas, y la vieja tendencia de que a Canarias los fenómenos electorales llegan amortiguados o con retraso, quizá explica que los empates entre lo viejo y lo nuevo que reflejan los sondeos nacionales, aquí no llegan a producirse. En términos de voto, los partidos nuevos cosechan la mitad de votos que los viejos, lo que implica que –entre los tres, Podemos, Ciudadanos y Nueva Canarias- en el mejor de los casos no llegarían a ocupar un tercio de los escaños de la Cámara regional.

Aún así, la alianza entre dos de los partidos tradicionales –Coalición, PP y PSOE- no resulta en las encuestas suficiente para articular un gobierno de pacto, al que habría de incorporarse necesariamente a uno de los partidos nuevos. Aquí, Coalición mantiene la centralidad, y todo hace preveer que será Coalición la que articule las nuevas mayorías, en un Parlamento dividido entre siete fuerzas, muy similar en eso a los primeros de la Autonomía.

Los acuerdos que definan ese pacto condicionarán la política regional los próximos cuatro años, y serán –probablemente- el bautizo de fuego de la ‘nueva política’ en Canarias.

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