Pepa Luzardo se ha empeñado en discutir en el pleno lo que ni siquiera tiene discusión en un consejo de administración, como es el caso del de Emalsa, empresa de la que un día -no hace mucho- se quiso desprender y a la que ahora se aferra como si fuera el diamante de Topkapi. La perreta de este viernes, abandonando el pleno porque la secretaria municipal indicó al alcalde lo que había que hacer, sólo demuestra que no se amaña a sus nuevas tareas y que tiene la memoria muy frágil. Ella, además de condenar a la oposición al ostracismo y negarle el control democrático, incumplió sistemáticamente la ley, como demuestran las sentencias condenatorias dictadas tras los recursos de Nardy Barrios.