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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La arriesgada verborrea de Pablo Casado

Pablo Casado, durante el acto de presentación de Antona como candidato del PP de Canarias

Carlos Sosa

El frenesí con el que Pablo Casado intenta frenar el deterioro electoral del Partido Popular empieza a causarle efectos perniciosos. Aplica a su modo aquella receta de Aznar del “váyase, señor González”, pero dos octavas más altas, para ver si así frena a Vox o, en el peor de los casos, cimienta una alianza con la extrema derecha que haga volver a los desencantados a la casa común de los que todos provienen.

Aquí, en Canarias, el PP de Pablo Casado y Asier Antona se enfrenta a un escenario todavía más complicado que el que se le presenta en la mayoría de las comunidades españolas: además de Vox y de Ciudadanos, existe Coalición Canaria, que en algunas zonas muy concretas de alta concentración de electores le disputa el espacio de centro derecha moderado. En Gran Canaria a esa refriega a cuatro se suman dos pesos pesados (que lo fueron) del Partido Popular, José Miguel Bravo de Laguna y Nardy Barrios, ambos integrados en una extraña alianza con CC y ambos provenientes de aquellos tiempos en los que el PP podía ser considerada una formación democrática o al menos con vocación de serlo.

Las estimaciones que el PP canario hace de su escenario electoral de partida no llegan a ser catastróficas, pero sí resultan preocupantes. Necesitan recuperar a los votantes (más de 100.000) que se alejaron del partido cuando se inició la crisis de las prospecciones petrolíferas; que se desencantaron cuando descubrieron que su más carismático líder, José Manuel Soria, tenía negocios en el exterior, y que quedaron cautivados por los cantos de sirena de fuerzas emergentes como Ciudadanos (con sus altibajos) y más recientemente Vox (con su desenfreno), empeñado en alimentar los discursos más catastrofistas y populistas del mercado político español.

A Pablo Casado debieron explicarle muy por encima qué es lo que se está cociendo aquí antes de su reciente visita; o si se lo explicaron, él se hizo su propia composición de lugar y resolvió que lo mejor era comportarse como el prototipo de viejo político que se asomaba de pascuas a ramos por las colonias de ultramar y creía que le bastaba con prometer unas cuantas genialidades que dejaran boquiabiertos a los parroquianos.

En su mitin de la terraza Tao lanzó tres ideas que aún resuenan en los tímpanos de los dirigentes regionales del PP por las consecuencias que al minuto siguiente empezaron a tener. En primer lugar, reivindicó la trayectoria de José Manuel Soria, sentado prudentemente en la segunda fila del público. Casado quería agasajar a uno de los dirigentes autonómicos del PP que más contribuyó en su tiempo a llenar las urnas de votos para el partido, y al mismo tiempo, agradecerle públicamente que se significara a su favor en la reciente (y costosísima) batalla por el liderazgo nacional del partido.

Hubiera bastado con que Casado hiciera estos reconocimientos, bastante justos por otra parte, pero el líder nacional del PP, con su peligrosa verborrea, quiso ir más allá y llegó a calificar de “injusto” que Soria tuviera que dimitir por un asuntillo tan inocuo como el descubrimiento documentado de que hizo negocios en paraísos fiscales mientras ejercía de representante de los ciudadanos y de las ciudadanas.

Es cierto que el PP tiene todavía hoy muy bajo el listón de las exigencias de ética política, sobre todo si se tiene en cuenta que sobre su actual líder sigue pesando la sospecha (y él se empeña en que sea eterna) de haber hecho trampas con su carrera de Derecho y con su master sobre administraciones públicas. Eso le debilita ante cualquier parámetro ético, y quizás por eso su tendencia natural sea la de asumir que todo el monte es orégano y que, de haber corruptos, todos están en los partidos adversarios.

Esa laxitud puede ser la causante de que entre el público congregado este pasado viernes para ver a Casado estuviera, además de Soria, el que fuera director de Puertos de Las Palmas durante la etapa de inefable Javier Sánchez-Simón, entonces del PP y actualmente escindido de la casa madre. José Daniel López fue visto en el acto tratando de permanecer siempre en las inmediaciones del líder, y en alguna fotografía aparece su rostro. Un rostro compuesto del mismo material que los bloques irregularmente contratados para el muelle de La Esfinge y el dique semisumergido llamado de Perejil, en unas licitaciones tan irregulares que ya nos están costando unos 20 millones de euros. El quebranto y su imputación en un proceso penal que no se sabe cómo acabará, parecer importarle exactamente una higa porque el propósito de colocarse en la Autoridad Portuaria con un puesto a dedo otorgado por su amigo José Llorca (ex presidente de Puertos del Estado) hace tiempo que ya lo consiguió.

Canarias es para godos como Llorca una república bananera donde se puede hacer lo que te salga de los perendengues porque, al fin y al cabo, las noticias sobre escándalos como el de La Esfinge apenas traspasan el contorno de la M-30. Está científicamente probado.

Con un desdén similar se despachó Pablo Casado el viernes la trascendencia de los papeles de Panamá, y con el mismo desdén, o quizás para que Soria no tenga que viajar tanto, lanzó sin vaselina su propuesta de que Canarias profundice un poco más en régimen tributario para convertirse en un paraíso fiscal, seguramente al modo singapureño que siempre propuso aquel viejo excomunista de nombre José Carlos Mauricio, el que alcanzó el cenit de la conseguiduría cuando era recibido cada lunes en La Moncloa por José María Aznar, padrino, mentor e inspirador intelectual (manda huevos) de este Pablo, Pablito, Pablete.

Algunos dirigentes políticos de esta tierra llevan un tiempo charloteando acerca de la necesidad de cambiar el modelo económico de Canarias para que disminuya su excesiva dependencia del turismo, y parece que la derecha liberal, incluida la mauriciana, empieza a coincidir en que la alternativa que más les apetece a ellos y a sus jefes es la del paraíso fiscal, es decir, la de los negocios especulativos puros y duros.

Una preciosa alternativa económica que Casado complementó con la de fijar en Canarias uno de los mandos operativos de la OTAN, el Africom, de modo y manera que al sello de paraíso fiscal se le añada el de base militar con miras al vecino continente, lo que de seguro habrá de convertir al Archipiélago en un destino muy apetecible para cualquiera que quiera soltarle a occidente una hostia en todo el totiso.

Las crónicas madrileñas, sin embargo, no hablan de estas lindezas de Casado, sino de sus cesiones a Vox en Andalucía para que se deje querer sin ponerse muy abrótano macho. El presidente del PP habló del asunto en su mitin y se negó a hacerlo ante los periodistas que se congregaron a la puerta para intentar arrancarle algún desafinado de los suyos. Lo ocurrido en los minutos previos al mitin también merece que el PP se lo haga ver: acabar protestando por el comportamiento de los periodistas y las periodistas que solo intentaban un canutazo con el político, cuando fueron los servicios de prensa y propaganda del PP los que arrearon a los profesionales, no tiene la más mínima explicación ni el más mínimo pase. Los audios y los vídeos no dejan lugar a dudas.

Y para que todo no sean lamentaciones y crujir de dientes, bueno es reconocerle al líder del PP el triunfo que cosechó, con vuelta al ruedo, dos orejas y el rabo, en sus encuentros con los poderes empresariales de la isla de Gran Canaria. El almuerzo que celebró una amplia expedición del partido (más de una docena de personalidades) con el poderoso e influyente Círculo de Empresarios de Gran Canaria se saldó con el compromiso de los patronos de prestarle todo el apoyo posible al candidato popular a la presidencia del Gobierno canario, Asier Antona. Dicen los testigos de ese almuerzo en el Churchill que a los del círculo les sedujeron las propuestas económicas y que allí mismo decretaron el fin de la era de Coalición Canaria que ellos mismos han contribuido a alimentar tantos años. Y cuentan igualmente que la batería de propuestas que Casado dice tener para el caso de que habite La Moncloa, también cautivaron al respetable, entre los que se encuentran agazapados algunos acendrados defensores de las propuestas radicales de Vox. Dicho sea sin ánimo de ofender a nadie.

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