No nos imaginamos, la verdad, a José Manuel Soria acudiendo a recibir a Rajoy al aeropuerto a bordo de alguno de sus coches particulares. Ni acompañando a su líder nacional a algún mitin por esos mundos de Dios a través de cualquier camino rural indecente. De hecho está acreditado, y así consta en el sumario judicial de la operación Góndola, que alguno o alguna de los más estrechos colaboradores de Soria durante su etapa en el Cabildo ordenaron asfaltar una pista de tierra que transcurre por el cauce del barranco de Arguineguín para que por ella pudiera transcurrir días después el Audi oficial del presidente. Se inauguraba un campo de fútbol y no era plan que su excelencia sufriera algún tipo de contractura muscular por culpa de cualquier bache inmundo. Daba lo mismo que aquel asfaltado contraviniera la ley.