Las vitrinas de trofeos de Editorial Leoncio Rodríguez, editora del periódico El Día, cuentan desde la semana pasada con una nueva sentencia condenatoria, la emitida por el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Santa Cruz de Tenerife. El juez Juan Antonio González Martín ha declarado que hubo intromisión ilegítima en el derecho al honor y la intimidad de la periodista María Luisa Arozarena en varios artículos publicados en el periódico de don Pepito por sus escribanos de cámara, Ricardo Peytaví y Andrés Chaves. Asimismo, el juez les condena solidariamente, junto con la empresa editora, a pagarle a la demandante 6.000 euros de indemnización, a publicar la sentencia cuando sea firme y a “no reiterar ni proseguir, directa o indirectamente, en la reproducción de la intromisión ilegítima declarada”. Ya les adelantamos que a) la sentencia no es firme y que los tan reiteradamente condenados van a recurrirla en todas las instancias posibles; b) que se la van a pasar por el arco del triunfo, y c) que en consecuencia, no van a dejar de meterse con Chicha Arozanera porque ellos son así y su jefe se lo permite. Los ataques a la ex directora de Radio Nacional de España en Canarias y ex jefa de prensa de Ricardo Melchior en el Cabildo de Tenerife comenzaron en 2009 después de que interviniera como testigo en un juicio por la misma causa (insultos, descalificaciones, injurias) que enfrentó al también periodista Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca con Peytaví y El Día. Arozarena se limitó a decir la verdad en aquel juicio, lo que junto a las evidencias, condujo a una condena similar a la que ahora comentamos. Pero no solo fue el condenado Peytaví el que ejecutó la venganza, sino que a ella se le sumó entusiasta el otro escudero, Andrés Chaves, y con las plumas de ambos, el mismísimo editor y director, que les dejó hacer a su antojo. De ahí que la condena, como reclamaba la demandante, se haya extendido también a la empresa editora. Ya hemos perdido la cuenta de lo que lleva anotado en su debe don Pepito por condenas como esta, cantidad a la que seguramente es ajeno su intrépido gerente, que ya no sabe qué hacer para cuadrar tanto número desvariado. Felicitamos a Chicha Arozarena por este triunfo al menos moral (pedía 30.000 euros y habrá de conformarse con 6.000) y le recomendamos paciencia y acopio de nuevos artículos para otra demanda, porque estos no se van a quedar callados. Viven instalados en el insulto y así estarán hasta que el periódico que se lo permite cambie de manos.