Los rumores se disparaban este lunes hacia todas las direcciones a 24 horas de que el Cabildo de Gran Canaria vea expirar el plazo que se impuso para decidir si abre o no expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC)para el hotel Maspalomas Oasis. La cadena RIU, propietaria del establecimiento, ya tiene licencia para demoler y levantar en su lugar -y a lo largo y ancho de ese paraje único- el mamotreto sustitutorio. Aunque la primera parte del estropicio está condicionada precisamente a la que podría ser última decisión de Larry Álvarez como consejero de Cultura de la primera Corporación insular porque esa condición quedará fuera de ordenación a partir de que el Boletín Oficial del Estado publique la sentencia que suprime la figura de consejeros y de concejales no electos prevista en la Ley de Grandes Ciudades, aprobada en 2003 por el último gobierno de José María Aznar. Y dos huevos duros. El caso es que esos rumores de este lunes eran muy variados, y algunos bastante extravagantes, e iban desde que el Cabildo abrirá BIC para toda el área, incluyendo el palmeral, el hotel, el centro comercial, el hotel faro y hasta el faro mismo de Maspalomas, hasta los que limitaban esa intervención exclusivamente al espacio natural compuesto por el palmeral. Como no tenemos a estas horas ni pajolera idea del alcance concreto de la decisión que va a tomar este martes la Junta de Gobierno del Cabildo, nos limitaremos, una vez más, a reclamar de la política que ejerza como tal y que al menos salve para todos los grancanarios esa pieza única de la isla que es el entorno de la charca, las dunas y el oasis. Porque si se trata de compensar los legítimos derechos que desde luego tiene la cadena RIU, soluciones hay de sobra. Y les hablamos de un político con trayectoria, José Miguel Bravo de Laguna, al que no creemos dispuesto a pasar a la historia por una aberración. Si acierta, seremos los primeros en felicitarle con todos los honores de ordenanza.