Parecía un espejismo, pero son las cosas del noble arte de la política. Paulino Rivero compareció este jueves ante la prensa, tras el Consejo de Gobierno de Canarias, para dar formalmente por inaugurado el nuevo curso político, y lo hizo abrazando algunos aspectos muy destacables de los documentos del pacto con el PSOE y del programa electoral con el que José Miguel Pérez, su vicepresidente, se presentó a las elecciones de 2011: más dinero gracias al cumplimiento de las rigideces presupuestarias, mayor atención a las políticas sociales (atención a los más desfavorecidos, sanidad, desempleo y educación) y más inversión pública, particularmente en infraestructuras sanitarias y de carreteras. Todo ello, además, revestido de un impulso al modelo autonómico en contra de la fuerza recentralizadora que trata de imponer el Gobierno de Mariano Rajoy con la coartada de la crisis económica y el despilfarro generalizado. Parecía imposible que un paso así se pudiera dar en un escenario que el Gobierno de España sigue empeñado en que sea de austericidio (ya ha anunciado un nuevo recorte de 1.000 millones para las autonomías), y más imposible que desde Canarias se pudiera marcar un hito que hasta ha sido noticia en los telediarios nacionales. La diferencia, por mucho que algunos no la quieran apreciar, está en el socio que por primera vez en casi dos décadas eligió Coalición Canaria para gobernar el Archipiélago, porque serían absolutamente inasumibles los planteamientos que esta semana han promulgado el consejero González Ortiz y el presidente Rivero si el socio fuera el Partido Popular de José Manuel Soria. Los datos son contrastables: mientras Canarias amplía sus presupuestos de 2013 por la vía de un crédito extraordinario de 206 millones de euros, el Estado no ha transferido aún a la Comunidad Autónoma 118 millones de euros que tenía consignados solamente para la lucha contra el desempleo en sus presupuestos generales de 2012 (42 millones) y 2013 (76 millones), en total 118 millones que adelantará la hacienda isleña para hacer frente a los compromisos que, de otro modo, se quedarían sin cubrir.