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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Clavijo, en el peor momento de Coalición Canaria

El presidente del Gobierno de Canarias, durante un momento de su entrevista en la Televisión Canaria.

Los que han tratado en la vida política (mayormente municipal) a Fernando Clavijo dicen de él que lo que esconde tras esa imagen conciliadora no es nada bueno. Que la piel de cordero oculta a un depredador que no se detiene en minucias con tal de conseguir sus propósitos. Es una visión que se contrapone con los esfuerzos que el presidente del Gobierno de Canarias hace para mostrarse como la cara amable de la regeneración de Coalición Canaria, el partido que lo eligió para capitanear lo que algunos empiezan a definir como el ocaso del nacionalismo canario, entendido como el invento que fue en su día esa congregación de partidos criada y ensolerada a la única sombra del poder. Algunos gestos muy definitorios ofreció este miércoles por la noche en la entrevista que le hizo –con ocasión de sus primeros cien días de Gobierno- la Televisión Canaria, que ese mismo día estrenaba nueva etapa de sus servicios informativos (muchos éxitos, colegas). Clavijo empieza a evidenciar crudamente los efectos naturales del ejercicio del poder, contaminados en estas fechas de estrépito electoral, para mostrar a un presidente algo más crispado y combativo, particularmente con los que son ahora mismo sus más directos rivales electorales: el PP en la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife, y Nueva Canarias (en su alianza con el PSOE) en la de Las Palmas. El director de Informativos de la televisión pública, Roberto González, le hizo una entrevista correcta en la que no dejó de abordar asuntos que incomodaban al presidente, y fue en ellos donde afloró un Clavijo contradictorio con sus propios principios, pero férreo en el prontuario electoral. Nueva Canarias y el PP, como decíamos, se llevaron la peor parte, pero quizás la noticia haya estado en su radical cambio de planteamiento sobre el falso debate del reparto de los fondos del Impuesto de Tráfico de Empresas: ya no habrá distribución bajo la fórmula de representación de la triple paridad, sino mediante la presentación de proyectos estratégicos concretos que se dirijan a una suerte de plan de desarrollo controlado por una “comisión de seguimiento” del Gobierno que permita, en un plazo de diez años, desviar el modelo productivo canario hacia otros derroteros que no han quedado de momento suficientemente explicitados. Pero algo es algo. Ya hemos pasado del insularismo a la gestión centralizada de esos recursos, lo que otorga la razón a Nueva Canarias, al PP, al PSOE y a Podemos. Viva el consenso.

“Obediencia canaria”, ¿en serio?

Hay que felicitar a Fernando Clavijo por su cambio de criterio en la absurda polémica del ITE. Fue el segundo presidente con mando en plaza que reconoció este miércoles una rectificación después de que durante la mañana lo hiciera Mariano Rajoy en los micrófonos de la Ser a preguntas de Pepa Bueno sobre el cambio climático y las patosas referencias a su primo sevillano, el que decía que la cuestión era un cuento chino. Pero si bien Rajoy reconoció que comete “muchos errores”, Clavijo hizo un cambio de tercio sobre el reparto del dichoso impuesto sin admitir que nada tiene que ver lo de ahora con lo que hasta ayer mismo defendía en el Parlamento en presencia de Casimiro Curbelo y otros poderes insulares. Pero está bien, se admite el pulpo. El presidente canario está atrapado en una compleja maraña de intereses en la que debemos dar por sentado que antepone los de todos los canarios por encima de los de su propio partido, sumido en estas fechas tan señaladas en un problemón de representación institucional que jamás se le había planteado. Sin apenas poder en Gran Canaria, con una alarmante pérdida de respaldo en todas las demás islas y con unas encuestas que empiezan a dibujar la posibilidad (de momento remota) de que se quede sin representación en el Congreso de los Diputados por primera vez desde su creación, Clavijo trata de interpretar el papel de catalizador máximo del sentimiento nacionalista en una región que no es nacionalista, ni mucho menos. Su discurso sobre la necesidad de diputados de “obediencia canaria” no tiene el mismo vigor que en otras épocas y su reproche a Nueva Canarias por haber abandonado “el espectro nacionalista” es más flojo que una ronda de unos. Cuando el debate se limita prácticamente a un pulso ideológico entre izquierdas y derechas, entre una concepción neoliberal o progresista del Estado, en la defensa de los derechos ciudadanos frente al capitalismo salvaje, Clavijo y los suyos se refugian en el discurso antiguo de “lo nuestro” como solución a problemas que trascienden lo puramente isloteñista. Una vez más, y van unas cuantas en la última década, Nueva Canarias le ha ganado la partida ideológica a Coalición alineándose con un cambio de Gobierno en España que a los nacionalistas de Clavijo y Ana Oramas parece dar igual con tal de que haya alguien “de obediencia canaria” dando el huevo. El hombre joven que pusieron al frente de la regeneración de CC, cumpliendo el trámite en el peor momento del partido. Pero el hombre al menos lo intenta.

El penoso periodismo impaciente

Por lo demás, la jornada estuvo marcada en Canarias por la lamentable gestión que desde el pasado jueves está llevando a cabo el Ministerio de Defensa del accidente del helicóptero del 802 Escuadrón del SAR que se accidentó a 280 millas de Gran Canaria. No ha habido día desde entonces en el que no hayamos podido relatar, gracias a la profesionalidad de nuestra compañera Teresa Cárdenes, de ATC Press, un desaguisado que alimente la pachanga en que se ha convertido el desenlace esta tragedia. Los familiares de los tres desaparecidos atraviesan momentos verdaderamente duros ante la incertidumbre acerca de la suerte que hayan podido correr sus hijos y esposos y ante un comportamiento del ministro de Defensa que en ocasiones debiera avergonzar al Gobierno del que forma parte. Por si fuera poca esa sucesión de malos entendidos y brutales negligencias, de inicial falta de recursos, de publicidad política a costa de una tragedia, de desinformación amparada en un secreto sumarial que debería tener otra modulación, este miércoles se unió el circo de algunos medios de comunicación que pretendieron sacar tajada del drama adelantándose a noticias que todavía (a la hora de escribir estas líneas) no han sido. Dos periódicos digitales españoles se empeñaron en la tarde de este miércoles en dar por muertos en el interior de la cabina del helicóptero siniestrado a los tres militares cuando el aparato aún no se había rescatado y no se habían hecho las comprobaciones de rigor. Les bastó conocer la información de que la cabina había sido localizada y se procedía a su reflotación para proclamar que en su interior se encontraban los tres cadáveres. Nadie puede negar que eso vaya a ser así, del mismo modo que nadie podría asegurar lo contrario, sobre todo teniendo en cuenta los primeros testimonios de los tripulantes del barco holandés que se acercaron al aparato a comprobar que no había alguien en su interior antes de proceder a remolcarlo infructuosamente. La impaciencia digital fue letal para la credibilidad de esos medios, cuyos editores deben estar ahora mismo deseando justo lo contrario de lo que desean los familiares de los militares desaparecidos.

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