Pasó casi desapercibido el acuerdo adoptado este miércoles por la Asociación de Empresarios Constructores y Promotores de Las Palmas de permitir que Ramón Pérez, en nombre de éstos últimos, pueda tener voz y voto en los órganos ejecutivos de la Confederación Canaria de Empresarios. La noticia, sin embargo, no estuvo en esa decisión, sino en quién se opuso y en nombre de quién. Lo hizo Salud Gil, que se sienta en la directiva de los constructores en representación de Satocan, la empresa que preside Juan Miguel Sanjuán, un empresario que no tiene ni voz ni voto en la CCE, pese a acudir de modo irregular a todas las reuniones en calidad de invitado. A pesar de no tener voz, una vez se le escuchó gritar que él era más inteligente que otro empresario, Félix Santiago. Ya se está notando, ya.