El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Del mutismo al 'pingüinismo'
A José Miguel Pérez, secretario general del PSOE canario, todavía lo andan acusando sus críticos de haber desdibujado la presencia socialista en el Gobierno que mantuvo entre 2011 y el pasado mes de julio con Paulino Rivero. “No se nos respeta”, “todo el protagonismo lo tiene Paulino”, “no se ve aprecia el sello socialista”… fueron algunos de los reproches más frecuentes. Y en gran medida pudo haber sido cierto que la plena sintonía personal que Pérez y Rivero mantenían jugara la mayoría de las veces a favor de quien ocupaba el plano superior, es decir, el presidente. El líder socialista y vicepresidente jamás jugó a las zancadillas ni a hacer sombras chinescas (ni de las otras), el mismo comportamiento que observó durante sus cuatro años como presidente del Cabildo de Gran Canaria (2007-2011), con Román Rodríguez como vicepresidente de la Corporación. Apartado voluntariamente del Gobierno José Miguel Pérez y otorgado el máximo protagonismo a la candidata que ganó las primarias socialistas, Patricia Hernández, no puede decirse que la tendencia se haya invertido. Más parece que el PSOE haya dado un giro a peor, adoptando la conocida postura del pingüino, consistente en bajarse los pantalones ante el socio (otra vez Coalición Canaria) y dejárselos a la altura de los tobillos de modo permanente, incluso cuando de lo que se trata es de andar. Son andares de pingüino, con los tobillos inevitablemente unidos por la cintura de los pantalones, lo que no sólo impide avanzar a la velocidad del socio que camina al lado, sino que además coloca al usuario en una posición ciertamente grotesca, provocando la carcajada general. El episodio vivido este miércoles en la mesa de seguimiento del pacto entre Coalición Canaria y el PSOE ha vuelto a rebasar todos los límites de la indignidad y de la vergüenza: para agradar al socio nacionalista, el único de los cinco representantes socialistas sin poder orgánico firmó en nombre de su partido el pacto de gobierno del Ayuntamiento de La Laguna. Justo el pacto que sus dirigentes locales, con Javier Abreu al frente, se habían negado a firmar a pesar de las muchísimas presiones sufridas.
El peor firmante posible
Nicolás Jorge dijo que actuaba mandatado por la Ejecutiva Regional del PSOE cuando este viernes suscribió el acuerdo de La Laguna con el secretario general de Coalición Canaria, José Miguel Barragán, presente en ese aquelarre de la mesa del pacto. Pudieron haber firmado en nombre de los socialistas su vicesecretario general, Paco Spínola, allí presente; o su secretario de Organización, Julio Cruz, que por la mañana había pedido a Javier Abreu los documentos del pacto, tanto el que siempre pretendió firmar CC en La Laguna, como el que recogía la contraoferta socialista que el alcalde nacionalista se ha negado a aceptar. Pudo haber firmado el presidente de la gestora del PSOE de Tenerife, Héctor Gómez, o el secretario de los socialistas de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres, ambos también constituidos allí para la ocasión. Pero no, el único que se atrevió a semejante mascarada fue el concejal de Granadilla Nicolás Jorge, en trance de sentarse en el banquillo de los acusados por delitos relacionados con la corrupción, cuya presencia en la mesa del pacto responde al hecho de ser persona de la confianza de Patricia Hernández. Si había un mandato de la Ejecutiva Regional, ¿por qué no firmaron ninguno de los otros cargos orgánicos presentes, todos ellos sentados en ese órgano? Desde luego parece evidente que se trataba de un trágala que ninguno de los demás socialistas presentes fue capaz de aceptar, y lo tuvo que hacer quien estaba allí para salvar al precio que fuera el pacto entre el PSOE y Coalición Canaria, al parecer en peligro o todo lo contrario, porque los mismos que dicen que las escaramuzas ajenas al Gobierno no influyen en su funcionamiento son los que también sostienen que los problemas en La Laguna y Lanzarote deben ser arreglados para poder continuar con el nombramiento de altos cargos socialistas.
¿Y las contrapartidas?
La firma del acuerdo de gobierno en La Laguna es más que papel mojado. Es papel higiénico mojado. Javier Abreu ni siquiera se permitirá usarlo en su cuarto de baño. La mañana de esta nueva humillación recibió una llamada de Julio Cruz interesándose por los pormenores del pacto en esa ciudad, y Abreu le remitió los dos documentos pendientes de firma: el que quería el alcalde, José Alberto Díaz, es decir, el documento por el que se rige el actual reparto de áreas y de competencias, y el que quería Abreu, con mayor poder para el PSOE y con un compromiso claro de CC de no acordar nada con el PP de Antonio Alarcó. Aunque en La Laguna nadie conocía a la hora de cerrar esta edición qué demonios se había firmado en la mesa del pacto, dada la tendencia del PSOE al pingüinismo es evidente que no se ha firmado el documento 2, sino el 1, y vaya usted a saber si con mayores renuncias. La cobardía de algunos de los representantes socialistas en la mesa del pacto, que ni siquiera contestan a las llamadas de los periodistas, nos ha impedido conocer con precisión qué contrapartidas ha obtenido el PSOE con esta rendición lagunera en toda regla. ¿Se comprometieron Barragán y compañía a arreglar los múltiples incumplimientos de CC en lugares como Santa Cruz, Puerto de la Cruz o Arico? ¿Intentarán los nacionalistas hacer entrar en razón a Pedro San Ginés, presidente del Cabildo de Lanzarote, para que reponga en su puesto al funcionario que destituyó provocando la ira de los consejeros socialistas que iban a ser sus socios de gobierno? No, nada de nada. Como mucho, los nacionalistas se han comprometido a ir arreglando sus incumplimientos desde ahora hasta final de año, justo el periodo que necesitan para saber si el PP podrá seguir gobernando o no en España y tomar, con esa información, decisiones de mayor calado. Chúpate ésa.
Rajoy: “Patadón y p’adelante”
Mientras esta nueva rendición se producía en la mesa de seguimiento del pacto entre CC y el PSOE, en Madrid un ilusionado Fernando Clavijo contaba a los periodistas su balance de su primera reunión en La Moncloa con Mariano Rajoy. Bueno, su primera reunión en La Moncloa, porque habrá más y es hasta probable que no se repita el anfitrión. Clavijo estaba satisfecho, o al menos moderadamente satisfecho, y eso a pesar de reconocer que lo que obtuvo del presidente del Gobierno fue un ejemplo práctico de la táctica más primaria del famoso entrenador de fútbol Javier Clemente: “patadón y p’adelante”. Consiste tal táctica en engatusar al interlocutor con compromisos vagos del tipo “haré todo lo que esté en mi mano para mejorar los presupuestos para Canarias”, como si esas decisiones pudieran estar en otras manos distintas a las suyas. O “daremos un impulso a la reforma económica del Régimen Económico y Fiscal, aunque tú y yo sabemos que la tramitación decaerá en menos de dos meses y serán unas nuevas Cortes y un nuevo Gobierno quien la acometa el año que viene, pero ¿por qué no hacemos una reunión de esas que a todos nos gustan, en un ministerio que no tiene competencias en la materia, como el de Industria, y yo te mando para allá a Nadal, mi jefe de oficina económica, para que parezca que la cosa va en serio?” ¿Y el modelo de financiación? “Oye, Fernando, qué temas más interesantes me traes; la verdad es que eres un presidente muy aplicado. Es evidente que el sistema de financiación no gusta a nadie, ya lo sabes y tal, pero para poderte cambiar el tuyo tendremos que cambiar el de todos los demás. Y sí, el criterio poblacional debería tenerse más en cuenta y tal, pero lo iremos viendo a ver si tal y cual? ¿Tú no lees el Marca? Te lo recomiendo, la verdad, es lo mejor para evadirse de todas estas cosas tan aburridas”.
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