El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Todos contra Negrín, empezando por Clavijo
Sentencia de destitución en la plaza pública. El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, hizo pública este domingo su decisión (y de la mayoría de Coalición Canaria) de hacer rodar sin honores y sin piedad la cabeza del actual presidente/director general de Radiotelevisión Canaria, Santiago Negrín, por el punto bochornoso, surrealista y escandaloso que está adquiriendo la gestión de los dos medios canarios de titularidad pública. Lo hizo en el Diario de Avisos, aprovechando la entrevista a tres páginas que le hizo el periodista Carmelo Rivero en los fastos de presentación del nuevo diseño del diario que preside Lucas Fernández. Enhorabuena, por cierto, que innovar es prometedor siempre. “Las cosas no pueden seguir así. El Parlamento debe ver que la reforma legislativa no es [en realidad quería decir ”fue“] la más acertada. El Gobierno quiere potenciar la Televisión Canaria porque cohesiona y tira de la industria audiovisual. Esta bicefalia entre el Consejo de Administración [en realidad se llama Consejo Rector] y el presidente ejecutivo impide que se afronten los problemas. Es cierto que se hacían las cosas mal en el pasado, pero también es cierto que se hacían cosas bien. Alguien tiene que mandar y tomar decisiones, y ahora mismo no es así”. Las manifestaciones de Clavijo rezuman hartazgo, el que reina en todo el Gobierno (al menos en la parte del Gobierno con cabeza), en Coalición Canaria y en todas las fuerzas parlamentarias de la región. Es cierto que la reforma legislativa se ha mostrado como mínimo insuficiente, que los órganos de decisión tienen sus funciones muy desdibujadas, lo que ha aprovechado el actual presidente ejecutivo para ocupar todos los vacíos que él ha creído disponibles. Pero no hay bicefalia, por mucho que lo diga el señor presidente. El órgano contratante, la cúspide de las decisiones en la Radiotelevisión Canaria, confluyen en una única cabeza, y ya se pueden poner a hacer el pino puente los otros cuatro vocales del Consejo Rector (de los que sólo quedan dos tras las dimisiones del resto) que ahora mismo se ejecuta exclusivamente la voluntad de Santiago Negrín. Y por lo que dice el presidente Clavijo, su voluntad porque de otra manera no se entiende que esté decidiendo sin estar apoyado por su Consejo Rector, por el Parlamento ni por el Gobierno. Inaudito.
Unanimidad de las fuerzas parlamentarias
La autonomía de la que disfruta Santiago Negrín, por no llamarla otra cosa, y la incapacidad de Paco Martín, el comisario político que el portavoz de CC, José Miguel Ruano, le puso para controlarlo, están derivando en episodios que deberían ya estarse poniendo en manos de los juzgados. Los vocales del Consejo Rector se ven incapacitados para ejercer sus funciones legales, no se celebran reuniones de ningún tipo y la documentación que debería estar a su disposición tiene que ser reclamada por burofax para que les sea entregada a cuentagotas e incompleta. Por si eso fuera poco, ejerce su cargo con las mismas normas de contratación y gestión que dejó aprobadas su defenestrado antecesor, Willy García, cuya muerte cívica y condena judicial parecen ser los dos únicos propósitos que inspiran la actual etapa de la radio y la televisión de Canarias. Las críticas por el precio de los programas que se pagaban en la etapa anterior quedan ridiculizadas por los que se pagan en la actualidad, y para colmo con unos datos de audiencia que son la vergüenza de la Forta. El descontrol y el desconcierto lo invaden todo sin que, en nombre de la no injerencia política en la RTVC, el Parlamento esté dotado de los mecanismos necesarios para intervenir. Los esfuerzos del Gobierno se dirigen en estos momentos a convencer a todas las fuerzas políticas para, previa dimisión de los dos vocales que quedan en el Consejo Rector, se proceda a una modificación urgente de la ley que conduzca a un nombramiento de unos órganos que eviten que la persona que entre a dirigir pueda volver a creerse que el juguete es suyo. Como siempre sobrevuela en este intento la tentación de volver a las andadas, al control de los medios públicos por parte del Gobierno de turno. Quizás no falló del todo la ley, que habrá que reforzar, quizás falló la elección de la persona, en lo que tuvo responsabilidad directa el mismo presidente que ahora ha firmado en la plaza pública su sentencia de destitución.
Tiranteces con Ruano
Todas las miradas en CC se clavan en su portavoz parlamentario, José Miguel Ruano, al que responsabilizan de no haber sabido o podido controlar los bríos de Negrín ni siquiera colocándole a su lado a un comisario político, Paco Martín, que en realidad ha estado ejerciendo de director general o director de cadena. Algunos actores relacionados con la industria audiovisual han visto en él la única cabeza pensante, pero el sector está que trina ante el brutal recorte presupuestario (hay tres millones de euros bailando por ahí) que ha dejado en la cuneta varios proyectos que habían quedado comprometidos tras un año entero de inversión sin contraprestaciones. Martín no ha podido evitar que se hayan firmado contratos sin los informes de los responsables de producción y antena, una de las acusaciones más repetidas por Negrín ante la jueza que investiga la gestión de Willy García. Estas lagunas han provocado que el hombre de la confianza de Ruano haya perdido opciones para convertirse en el sustituto del actual presidente ejecutivo, sin que los nombres que suenan (algunos lanzados con el muy estimulante objetivo de quemarlos) tengan a día de hoy consistencia alguna. Nadie quiere oír hablar de meterse en la boca del lobo con el actual panorama, lo que va a dificultar a medio plazo tener resuelto este marrón en el que se metió Clavijo dejando que los suyos hicieran majo y limpio en la casa sin las más básicas prevenciones de control y de profesionalidad.
CC, muerta en Gran Canaria
Hay que agradecerle a Fernando Clavijo la sinceridad mostrada en esta entrevista al Diario de Avisos. Reconocer que la Radiotelevisión Canaria no puede seguir por esta senda constituye todo un hito si tenemos en cuenta que los medios públicos –junto a la Guanchancha- fueron un día un eje vertebrador (y tal) del nacionalismo canario. La tele y la radio públicas son, sin duda, necesarios en esta autonomía, que sufre de las cadenas nacionales televisivas las consecuencias de las desconexiones sin muchos miramientos. Igualmente es estimable que confiese que “el proyecto nacionalista se rompió” en Gran Canaria, aunque haya que echar en falta al menos una frase explicativa. Porque, efectivamente, CC se rompió en Gran Canaria como consecuencia directa del proceso de elección que lo aupó a él a la candidatura a la presidencia del Gobierno. Su gente en Gran Canaria, con Fernando Bañolas a la cabeza, no supieron medir la contundencia con la que se enfrentaron a los paulinistas ni su negligencia al prometer a los conversos puestos y puestos en la administración autonómica que luego no se pudieron conceder. Añadir a continuación que es CC la que quiere la reunificación nacionalista con Nueva Canarias denota que o no ha entendido nada o no quiere entenderlo. Porque es precisamente la quiebra de CC en Gran Canaria la que ha terminado por dar alas al partido de Román Rodríguez que, evidentemente, ante la palpable debilidad de su contrincante en el mismo espectro político, no está para zarandajas ni besitos en los morros. Y un último agradecimiento a Fernando Clavijo: estamos encantados con que él esté encantado que le llamemos alcalde-presidente de Canarias. “Me enorgullece, me mato todos los días para no perder las raíces”. No hace falta que se mate mucho. La visión política de un alcalde es la de un dirigente público que debe anteponer los intereses de su municipio a los del resto. No necesita levantar la vista, planificar para otros 87 y otras siete islas aparte de la propia. No es exigible la misma prudencia política a un alcalde que a un presidente autonómico, ni que prometa invertir la tendencia del desempleo con 160 millones que no existen; o con el REF un eje transinsular, el de Adán Martín, que el malogrado presidente cifró nada menos que en 7.000 millones de euros de inversión en infraestructuras viales y portuarias a las que nuestro alcalde-presidente añade ahora los aeropuertos. Que estamos que lo tiramos, oiga.
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