El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Panasco no convoca a sus fiscales; Mauricio resucita a sus fantasmas

Uno mudo, el otro rompiendo su silencio. El fiscal jefe de Las Palmas, Guillermo García-Panasco Morales, está esperando a que amaine la tormenta para convocar la Junta provincial de Fiscales, órgano que en diciembre prometió reunir después de pasadas las fechas navideñas. Se lo habían pedido varias asociaciones de fiscales a raíz de que se levantaran las primeras sospechas de investigación ilegal abierta a la hoy diputada de Podemos Victoria Rosell. Pasó diciembre, pasó enero y pasó febrero sin que las voces críticas volvieran a clamar, lo que Panasco debió interpretar como un signo inequívoco de que de aquella crisis también la había podido superar como hasta la fecha. Pero tanto él como su superior jerárquico, Vicente Garrido, sabían que pendía sobre la Fiscalía de Las Palmas el riesgo de que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) condenara al Ministerio Público por una actuación contraria a la Constitución, es decir, ilegal, como así fue ya entrado el mes de marzo. La exigencia de convocatoria de Junta de Fiscales se ha convertido ahora en algo más: la exigencia de responsabilidades, es decir, la dimisión del fiscal jefe de Las Palmas por haber dirigido una investigación al margen de la Ley. La Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC sufrió muchas presiones para que no dictara una sentencia excesivamente dura que pudiera poner en evidencia la actuación de un fiscal jefe que siempre ha sido un protegido por la cúpula nacional del Ministerio Fiscal. Pero las sugerencias fueron desoídas por completo lo que dice mucho en primer lugar de la Sala y en segundo lugar de la propia fiscalía. Porque si tan evidentemente ilegales fueron sus actuaciones en las preprocesales abiertas a la jueza Rosell, la pregunta que lícitamente puede hacerse cualquiera es en qué otras investigaciones, decisiones o ausencia de decisiones ha actuado de igual modo este órgano. O más llanamente: si Panasco fue capaz de actuar de este modo contra una jueza, ¿qué otras arbitrariedades habrá podido cometer amparado por el manto de la impunidad y el alto padrinazgo?
Evangelina Ríos pide otros 18 meses
Y si García-Panasco es responsable de una investigación ilegal lo debe ser por añadidura su subordinada Evangelina Ríos, fiscal de delitos económicos de Las Palmas, que a tenor de lo que dice la sentencia del TSJC también actuó absolutamente al margen de la ley durante la investigación franquista y inquisitorial que dirigió contra la jueza Rosell. Ríos cometió a lo largo de casi un mes un buen cúmulo de irregularidades de las que, al igual que su jefe, todavía no ha respondido, casi un mes que dedicó casi en exclusiva a una investigación preprocesal que ahora confirmamos que fue ilegal. Cabría preguntarse, o al menos que sus superiores jerárquicos y sus compañeros lo hicieran, cuántas diligencias dejó de practicar, cuántos expedientes le caducaron, cuántas causas de delitos fiscales le prescribieron por haber perdido un mes precioso en hacer cosas para las que no era fiscal competente. La primera respuesta la hemos tenido en el caso Emalsa, para cuya instrucción la fiscala Evangelina Ríos ha pedido una prórroga nada menos que de dieciocho meses. Es decir, año y medio más de investigación porque no ha tenido tiempo en el plazo reglamentario de cumplir con sus obligaciones. Ahora empiezan a conocerse casos y casos de fraude fiscal, de delitos económicos con altas sumas de dinero que ha dejado de recaudar la Administración, que han prescrito en el despacho de doña Evangelina Ríos seguramente por ese afán de justiciera que no puede disimular. Por cierto, sigue sin aparecer el sobre.
Mauricio se sincera
Frente al mutismo del fiscal jefe de Las Palmas ante sus clamorosas ilegalidades nos hemos encontrado este fin de semana en el Diario de Avisos a un espléndido José Carlos Mauricio. Siempre es un placer saber que sigue fresco uno de los políticos más decisivos de la historia de Canarias, y por lo que él mismo rememora, de la España de la transición. Como siempre que un buen personaje cae en sus manos, el periodista Carmelo Rivero supo destripar a Mauricio de una manera amable pero sin peloteo. Una fórmula que suele relajar bastante al entrevistado para abandonar el territorio de la defensiva y pasar a contar cosas suculentas. Por ejemplo, José Carlos Mauricio ha roto urbi et orbi con la leyenda de que fue Adolfo Suárez el que legalizó al Partido Comunista de España (PCE), para atribuir tal mérito democrático, la decisión clave para la reconciliación (provisional) de las dos Españas al Rey Juan Carlos I: “Se reunión con Carrillo siete horas, desde las diez de la noche a las cinco de la mañana, y después le dijo a Suárez: ‘Adelante, aceptan la Monarquía y la bandera”. También ha revelado Mauricio que su amigo José María Aznar le ofreció, en aquellos glamurosos tiempos en que Coalición Canaria abanderaba cuatro diputados en las Cortes, el Ministerio de Trabajo. Lo rechazó y, como es sabido, la cartera le fue entregada a Zaplana. Puede que sea verdad ese ofrecimiento de Aznar, al fin y al cabo una vez Carrillo aceptó la Monarquía y la bandera, ¿qué podía impedir que un veterano comunista se hiciera ministro de un Gobierno del PP? La afirmación sin embargo no resiste el contraste con la realidad de que ningún Gobierno de Aznar tuvo jamás a un miembro de ningún partido de la oposición por mucho que fuera socio parlamentario.
A ratos el PP, a ratos Podemos
Mauricio, para desgracia de la política, no aceptó el ofrecimiento de Aznar, y no lo hizo por motivos de peso: “Yo no era del PP y porque, como pasa con Soria, si te ponen de ministro, en lugar de defender a Canarias, tienes que defender a Madrid contra Canarias”. Para el desbloqueo a la actual situación política española, el que fuera fundador de Coalición Canaria y hasta del time-sharing en las alcaldías, es contundente: “¿Qué sería lo ideal? Un gobierno PSOE-Ciudadanos que se apoye a ratos en Podemos y a ratos en un PP reformado. Están el Suárez, el González y el Carrillo. Pero sobra Fraga”. A ver si lo logramos explicar bien: que Pedro Sánchez salga elegido presidente con los votos a favor de Ciudadanos, que habría de entrar en el Gobierno, gracias a la abstención del Partido Popular o de Podemos, y que una vez arrancada la legislatura, ese Gobierno de Sánchez-Rivera vaya pactando el día a día, a ratos con el PP (sin Rajoy) y a ratos con Podemos (con Iglesias). Esto sí que es muy mauriciano, no hay duda.
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