El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El PP y Ciudadanos salvan a CC en La Laguna: Qué raro, ¿no?
Dice Felipe González que los de Podemos son los leninistas del siglo XXI, es decir “los leninistas 3.0”. El expresidente no quiere ni por asomo que los de Pablo Iglesias formen gobierno con el PSOE, pero tampoco quiere –ojo al dato- que Pedro Sánchez haga presidente a Rajoy, lo que contradice lo que muchos han difundido por ahí de un gran conchabo suicida bendecido por el ex presidente. No es lo mismo que dice Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria, que se ha envuelto en el fular de mujer conservadora de toda la vida para apostar por un Gobierno en el que necesariamente habría de estar el Partido Popular, que es lo que por exclusión ha terminado por decir la doña al anular la opción de izquierdas que a día de hoy todavía sigue teniendo Pedro Sánchez. Ana Oramas, baluarte número uno del clavijismo, tiene sin embargo una línea roja de mayor grosor que la que pudiera proponer cualquier parte negociadora en presencia, y muy superior sin duda al trauma de tener que dilucidar qué hacer con el único voto que tiene CC en el Congreso de los Diputados. Esa línea roja se llama La Laguna, un feudo sobre el que se han conjurado los dirigentes de CC-Tenerife (vulgo ATI) y que les obliga batirse el cobre un día sí y el otro también con tal de no perderlo. Su alcalde, José Alberto Díaz, salvó el primer punto de set este mismo miércoles al conseguir la aprobación inicial del presupuesto municipal para 2016 (140 millones de euros que pueden llegar, exprimiéndolo, a 150) gracias a la generosa abstención del Partido Popular de Antonio Alarcó y a Ciudadanos, cuya portavoz es Teresa Berástegui, la denunciante de las amenazas del sector vecinal de CC en su propio despacho. Junto a ellos, fue decisivo este miércoles el voto favorable de los concejales del PSOE, un grupo que está dando preocupantes muestras de división, de traiciones internas sin fin y de desfondamiento: sus concejales juraron por Snoopy que se marcharían al grupo mixto si el alcalde no reponía al PSOE en la empresa mixta Teidagua, y ahí los tienen a los cinco, cautivos y desarmados, como peleles en manos de Coalición Canaria. Pero, ¿por qué han salvado al alcalde Díaz los grupos municipales Ciudadanos y PP?
¿Quién es el leninista?
Bueno, si nos atenemos a lo dicho por los portavoces del PP y de Ciudadanos la tarde noche, pero que muy noche, del pleno, sus posicionamientos respondieron a una especie de estímulo que activó un resorte de llamada a la responsabilidad. Lejos de aplicar sus últimas actitudes de control del gobierno municipal desde la oposición, junto Unid@s se Puede y a Socialistas por Tenerife-Nueva Canarias, Antonio Alarcó y Teresa Berástegui llegaron a este pleno presupuestario con una irrefrenable vocación colaboracionista. Todo venía muy pactado de antemano, por eso a ninguno de ellos inquietó que el alcalde decretara un receso de más de dos horas y media para que el interventor y la secretaria se tomaran su tiempo en analizar las trece enmiendas de Santiago Pérez, a ver cómo echarlas abajo para que no estropearan la faena que ya venía preconstituída. Y lo hicieron ambos funcionarios alegando, eso sí, que sus informes no contenían reparos sobre el fondo de las pretensiones santiaguistas, sino sobre “la oportunidad” de presentarlas ahora. Porque, efectivamente, Pérez no buscaba enmendar partidas presupuestarias para cambiar de destino unas y mantener otras; lo que sus enmiendas pretendían era actuar sobre la ejecución presupuestaria, es decir, sobre la ya legendaria manía de los mandarines laguneros de hacer modificaciones a lo largo del mandato que convierten el presupuesto inicialmente aprobado en un auténtico guiñapo. Y esas modificaciones de crédito, por lo que ha podido quedar demostrado, se encaminan casi siempre a dotar de mayor fondo la partida de publicidad para que los medios informativos estén encantados de conocer al alcalde y para adjudicar obras con contratos fraccionados que harían las delicias de cualquier fiscalía de delitos económicos medianamente seria. Las enmiendas de Santiago Pérez contaron con los votos a favor de Unid@s y de Ciudadanos (además de los suyos), insuficiente respaldo frente a la abstención del PP y los votos en contra del grupo de gobierno (CC-PSOE). Pero volverán, como vuelven las golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar. Porque esta aprobación inicial de los presupuestos ha de entrar ahora en la fase de información pública, con alegaciones del personal municipal y espeso (la gente, en el argot) y el refrendo de aquellas en el pleno corporativo. Y ahí se van a ver las caras otra vez Santiago Pérez, el interventor, la secretaria, Antonio Alarcó y el lucerito del alba. Sobre todo para dilucidar quién es el bolivariano en esta historia: si el que blandiendo su condición de representante del pueblo ejerce como tal viabilizando las inquietudes ciudadanas o si el leninista 3.0 es aquel que ante una contestación ciudadana contra irregularidades contables tradicionalmente cometidas impone el rodillo institucional en nombre de la revolución para que el mamoneo se consolide.
El efecto Guigou
Ya, está clara cuál es la pregunta que ha quedado sin contestar en este relato. ¿Qué le ha dado o prometido Coalición Canaria al PP y a Ciudadanos para que abandonen la senda bolchevique y se hayan plegado al acto plenario más importante de cada año: la aprobación de los presupuestos? Bueno, lo primero es lo primero: CC no disimula sus suspiros de morriña por el pacto con el PP que no pudo ser por motivos puramente aritméticos, y lamenta por las esquinas que aquello no se pudiera reconducir con unos buenos resultados el 20D. Quiere que se repitan las elecciones a ver si en la carambola diabólica en que se está moviendo todo, PP y Ciudadanos suman lo suficiente para mandar ¡al socio que mantiene a Clavijo en la presidencia! a la puñetera oposición. ¿Contradictorio? En absoluto: Coalición Canaria. Pero hay algo más. En La Laguna es un clamor que desde el inicio de este mandato el alcalde Díaz quiso granjearse los favores de Alarcó y Berástegui con obscenas ofertas de puestos institucionales a través de los cuales cobrar salarios que se mueven en el entorno de los 60.000 euros al año. El invento está patentado y choteado: lo puso en práctica Miguel Zerolo en Santa Cruz de Tenerife cuando, para ganarse el cariño del concejal Guillermo Guigou (Ciudadanos por Santa Cruz), lo nombró presidente de la comisión de quejas, un departamento supuestamente creado para canalizar el descontento y la desafección ciudadana hacia la institución. Ambos concejales laguneros, Alarcó y Berástegui, fueron tentados en su día, pero la oferta se frustró por un amago de denuncia de Santiago Pérez. Debe ser que el veto ya se ha levantado y que entramos ya en la fase todo vale con tal de aguantar a este lado de la línea roja.
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