Ya tienen ahí desmenuzado convenientemente por nuestro compañero Salvador Lachica el informe de la Audiencia de Cuentas de Canarias, aprobado por unanimidad, de las polémicas cuentas que arroja la Radiotelevisión Canaria durante la etapa 2007-2011, dirigida por Willy García, que continúa aún al frente de la Casa. Las conclusiones no son para sentirse orgulloso, desde luego, pero tampoco son iguales al informe preliminar que luego fue contestado por RTVC en el periodo correspondiente de alegaciones. El Partido Popular, como cabía esperar, no ha dejado si quiera que la pelota cayera al suelo para saltarle al ente público a la yugular, pedir la guillotina para García y mandar repicar las campanas de todas las parroquias para exigir el cierre de la radio y la televisión pública de Canarias. Es el PP, precisamente, el único partido de cuantos forman el arco parlamentario canario, junto a CC, que sostiene aún a García al frente del invento, el menos legitimado políticamente para emitir la menor crítica a la gestión de esos cuatro años analizados por la Audiencia de Cuentas. Y no solamente porque fue una legislatura en la que el vicepresidente del Gobierno era José Manuel Soria, que chupaba tanta o más cámara que Paulino Rivero en la caja tonta, sino porque avaló año tras años las cuentas en la Consejería de Hacienda, en manos del mentado Josemanuel, y en el consejo de administración del ente, con sus dos votitos. Sólo el PSOE y Nueva Canarias tienen en estos momentos legitimidad para exigir responsabilidades, porque fue el PSOE, a través del malogrado Domingo González Chaparro, el que puso el grito en el cielo con las cuentas de la radiotelevisión pública canaria. Y Nueva Canarias, desde luego, con ese martillo incansable de Miguel Guerra García de Celis, que todavía no ha tirado la toalla de la denuncia permanente. Inasequible al desaliento, el ex diputado del PP Víctor Moreno, ahora en tareas de asesor del ministro de Industria, emitía unos tímidos tuits este viernes atribuyendo las críticas a las cuentas de la tele a su compañera Águeda Montelongo, otra que está bonita para hablar de números después de aquello del caso Patronato. Tiznas, le dijo la sartén al cazo.