¿Enmiendas parciales? Ni de coña. El Partido Popular de Canarias parece contagiado de la máxima pontevedresa de dejar pasar la barca, no vaya a ser que por quererla abordar en el lugar aparentemente menos profundo acabe el interesado encharcado hasta la mismísima nariz. Por primera vez en la historia del Parlamento de Canarias unos presupuestos autonómicos pasarán el trámite de su aprobación sin someterse a ni una sola enmienda parcial presentada por el principal partido de la oposición, que en este caso y aunque les parezca mentira, es el PP. Ya saben que Soria puso pies en polvorosa justo el día antes de que un envarado Jorge Rodríguez tuviera que comerse en solitario la defensa de la enmienda a la totalidad, un trámite en apariencia mayor pero que, en realidad, no supone más esfuerzo que el de preparar un discurso opositor: no nos gustan las cuentas porque están inflados los ingresos. Y a otra cosa, que se hace la hora de merendar. Presentar enmiendas a la totalidad es otra cosa, requiere más trabajo y aunque el PP tiene 42 manos para tan ardua tarea (dos por cada una de sus 21 señorías, aclaramos) tenía que enfrentarse al precioso dilema de especificar dónde quitar para luego poner, es decir, de por dónde recortar para nutrir las cuentas que a su juicio pudieran o pudiesen estar mal dotadas. Demasiada trabajera intelectual y un marrón que, como todo en el PP español, se despeja lejos, al menos hasta después de las elecciones andaluzas. Y olé.