El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Respeto institucional, reclama Carlos Alonso
Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife, dice estar muy ofendido con la vicepresidenta del Gobierno, Patricia Hernández, del PSOE, por haber ido de visita oficial al hospital del Sur de la isla sin invitar a la Corporación que el alto cargo de Coalición Canaria preside. Se ha quejado formalmente en su muro de Facebook, que es donde ahora se dirimen las diferencias o se citan para negociar los políticos. Ha sido muy duro en sus críticas calificando a la socialista de maleducada y faltona. Sus argumentos son muy débiles pero han servido a la muchachada nacionalista tinerfeña para renovar sus votos de adhesión al alonsismo con un líder que maneja muy bien el regate corto y las putadas al adversario político, por mucho que el adversario político sea el mismo con el que mantiene un pacto de gobierno en el Cabildo y otro, su partido, en el Ejecutivo regional. Su principal reproche es que lo que ahora mismo está en servicio del hospital objeto de la polémica ha sido construido “en gran parte por el esfuerzo de los tinerfeños”, olvidando que según el Estatuto de Autonomía las corporaciones insulares son instituciones de la Comunidad Autónoma y que se nutren en gran medida de sus presupuestos, vía REF. Aprovechando la ofensa, Alonso lanza algunos dardos envenenados a la que es en el Gobierno responsable de las políticas sociales, reclamándole “el segundo plan sociosanitario”, entre otras particularidades. A Patricia Hernández se le pueden exigir muchas cosas, pero justo es reconocerle al menos que en los meses que lleva al frente de ese marrón lo ha hecho mucho mejor sus antecesores y antecesoras de pasadas legislaturas, todos ellos del partido del señor Alonso. Incluimos en el lote a los consejeras y consejeros de Sanidad (salvo el paréntesis de la popular Mercedes Roldós), incapaces de atender las demandas hospitalarias que el presidente del Cabildo personaliza exclusivamente en este Gobierno que por primera vez tiene esas competencias en manos de socialistas.
Un master en desprecio al PSOE
También es bueno recordar, aprovechando la sensibilidad política e institucional que muestra públicamente Carlos Alonso, que él no ha hecho otra cosa desde que pasaron las elecciones de mayo pasado que comportarse como un dirigente descortés e irrespetuoso con el PSOE. Nunca quiso a los socialistas como socios y estuvo tonteando con el PP todo lo que pudo hasta que las rigideces del pacto le condujeron a dar a la gente de Aurelio Abreu “las momias y las basuras”, en feliz expresión de un dirigente del PSOE. Ya con el Gobierno funcionando muy a su pesar, ha puenteado todo lo que ha podido a la consejera de Obras Públicas, Ornella Chacón, en todo lo que ha tenido que ver con el cierre del anillo insular de carreteras de Tenerife tratando de imponerle no solo las prioridades, sino hasta la fórmula de financiación y de adjudicación, que es lo que realmente viene a ser lo que le importa. Es verdad que para estos puenteos ha contado siempre con la complicidad del señor alcalde-presidente, Fernando Clavijo, que ya tiene un master en desprecio al PSOE.
Abandona Paco Martín
Continua imparable el desangre institucional y directivo en la Radiotelevisión Canaria, sin que la cosa mejore ni en calidad, ni en transparencia, ni gestión, ni en audiencia ni en credibilidad. Acaba de hacer las maletas y de despedirse el comisario político que el portavoz de Coalición Canaria en el Parlamento, José Miguel Ruano, colocó para ejercer de secante al presidente/director general del invento, Santiago Negrín. Difícil tarea si se tiene en cuenta que el elegido, Paco Martín, no ocupaba que se sepa papel orgánico suficiente como para corregir los desatinos de su inmediato superior, por mucho que lo intentara con las capacidades con las que le premió la madre naturaleza. Martín ha dicho que se marcha de vacaciones de Semana Santa para, a su regreso, quedar en expectativa de destino hacia el puesto que Coalición Canaria quiera asignarle. También parece apuntar hacia la estampida el director financiero que fue colocado en sustitución de la histórica Lourdes Reyes, un profesional que viene del mundo de la banca, sin experiencia en la Administración Pública y de baja desde hace un mes por no se sabe muy bien qué tipo de depresión. De este modo, el hombre llamado a desmontar las atrocidades de la era Willy se queda solo con dos vocales en el Consejo Rector (inicialmente eran cinco) y sin respaldo parlamentario ni gubernamental, una vez constatado que se equivocaron con la elección y con el muy particular modo de poner en marcha la nueva ley de radiotelevisión canaria. Y todo ello en el raquítico lapso de diez meses. Su empeño no ha sido hacer una mejor televisión, ni cambiar los procedimientos de contratación, ni potenciar la industria audiovisual canaria. Durante estos meses ha invertido la mayor parte de su tiempo en un trabajo extraprofesional consistente en buscar debajo de las alfombras cualquier atisbo de la gestión de su antecesor que enlazara directamente con alguna orden de Paulino Rivero que poder colocar en la mesa de la jueza que instruye el caso Willy García.
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