No es preciso que se casquen el editorial completo, que para eso, para resumirselo comentado, estamos nosotros. Ya hemos perdido la cuenta del número de piezas dedicadas a la independencia de Canarias, todas cortadas por el mismo patrón, regidas por las mismas sandeces, los mismos lugares comunes y las mismas falsedades de siempre. El mismo editorialista lo reconoce: “Advertirán los lectores que nos repetimos continuamente”. No sabemos si los lectores, pero estos humildes analistas pepitianos lo tenemos advertido desde hace mucho tiempo. Aunque quizás haya que destacar una innovación en la pastoral de este domingo, la que se incluye en el último párrafo y cierra España. Don Pepito lanza una soflama con traca a modo de llamada desesperada e imperativa al canario concreto que lo lee con asombro y recogimiento. Los argumentos no resisten el menor análisis político, económico o social, pero ahí les va: “Canario, puedes vivir solo porque eres el que está sosteniendo a España con tu situación geoestratégica y los derechos que genera. Con tu turismo, tu agricultura y tu comercio, bien desarrollado y administrado por manos limpias, puedes vivir con la comodidad que disfrutan los ciudadanos de los países ricos. Canario: verás qué alegría experimentarás el día en el que, por fin, puedas decir que tu nacionalidad es la canaria y no la española que te quieren imponer. Qué admiración más grande sentirás hacia ti mismo cuando viajes por el mundo y pongas nacionalidad canaria en las casillas de los documentos reservadas para este fin. Hasta el falso título de grancanario tendrá que desaparecer, pues todos seremos canarios”. No podía faltar Gran Canaria, ese viejo fantasma que tiene a don Pepito metido en un permanente sinvivir.