Muerto Björn Lyng, su sueño de Anfi Tauro quedó casi en las exclusivas manos de Santiago Santana Cazorla, que tiene un 50% del Grupo Anfi y una especie de acción de oro sobre las decisiones trascendente de la compañía. Los herederos de Lyng se quisieron desentender pronto del proyecto, que se desarrolla a trancas y barrancas, y por eso entablaron conversaciones con algunos grupos empresariales canarios, que sin embargo se espantan ante la dificultad que entraña que Santana Cazorla tenga la última palabra. La situación económica del grupo se complica por momentos, porque a las deudas se sumó hace meses el vencimiento de un préstamo asumido con los propietarios originales de los terrenos de El Lechugal, la familia Cárdenes, por el que se le reclama al grupo nada menos que 14 millones de euros. El Juzgado de Primera Instancia número 1 de Las Palmas de Gran Canaria publicó este fin de semana en la prensa local la próxima subasta de la parcela T-22 de la urbanización, valorada en unos 3,8 millones de euros, que de ejecutarse supondría que el campo de golf de Anfi perdería dos de sus dieciocho hoyos, lo que lo mutilaría de manera grave. Para colmo, una mejora de embargo podría afectar a otros dos hoyos del campo, con lo que la mutilación lo inutilizaría por completo y perdería su atractivo promocional. Tras esta subasta por reclamación de cantidades pueden venir detrás otras sobre los derechos de aprovechamiento del hotel de lujo Anfi Emeral, de 700 camas, incluido su sistema de propiedad compartida. Estaremos atentos a este desenlace porque una de las urbanizaciones de lujo más prometedoras de Canarias queda absolutamente en el alero.