El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Tavío y la porfía de CajaCanarias

Hay días que no damos abasto. El de este miércoles ha sido uno de ellos. Entre los tribunales de justicia, la Champion y la multicolor y muy endémica clase política canaria, es difícil decidir cómo empezar. El principio periodístico de la pirámide invertida obliga a los periodistas a arrancar con lo más importante y luego completar la noticia con lo accesorio. Hagámoslo así y empecemos por lo que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha dicho sobre la cruenta intervención de la fundación de CajaCanarias por parte del Gobierno del malvado Paulino Rivero. Un delito de lesa patria nivariense que de inmediato activó todas las sensibilidades políticas y mediáticas tinerfeñas. El tradicional poder de CajaCanarias, hoy diluido en Caixabank, se hizo notar desde el principio hasta el punto de conjurarse una auténtica cruzada contra la decisión gubernamental, que se ha ido solidificando estas últimas semanas hasta concluir ayer con ese auto del TSJC que la bendice. O al menos la bendice provisionalmente, porque si el Supremo es capaz de pronunciarse sobre los mogollones carnavaleros hasta cambiar una sentencia que parecía inamovible, nadie puede atreverse a augurar un pronóstico fijo a este asunto tan quisquilloso. Sí nos podemos pronunciar nosotros, aunque solo sea someramente, en clave política para felicitar nuevamente a nuestra admirada Cristina Tavío por el acierto y la oportunidad que tuvo apenas 24 horas antes al reclamar del presidente del Gobierno y a su consejero de Economía y Hacienda sus respectivas dimisiones ante el caso, en aquel momento ignoto para el común de los mortales, de que la Justicia se pronunciara contra las tesis gubernamentales. Todavía no se había impreso el Diario de Sesiones del Parlamento dando fe de esa porfía cuando va el TSJC y conceda la razón a Rivero y a González Ortiz lo que, en rigor, debería conducir a la señora Tavío, en aplicación exacta de su doctrina, a presentar su dimisión como parlamentaria. Ya, ya sabemos que pedimos un imposible y que hasta deberíamos estar aplaudiendo que la dirigente conservadora sea de las que no se toma un respiro ni por maternidad en esa actividad política suya que no ha abandonado desde que alcanzó la mayoría de edad. Pero somos de los que opinamos que al menos la ley de la gravedad hay que respetarla y recordársela con cariño y respeto al que se empeña en escupir para arriba tan olímpicamente.
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