Para los amantes de las generalizaciones y de sostener que todos los políticos y todos los partidos son iguales, un dato contrastable: el ministro de Educación, Ignacio Wert, propinó, por la vía de subir la nota media exigible, un tajo de tal calibre a las becas que ha obligado a muchas universidades a regresar a la beneficencia, con la creación de bolsas de apadrinamiento de alumnos a las que están teniendo que acudir aquellos a los que el Gobierno quiere dejar fuera del sistema. En Canarias, por el contrario, se ha cubierto la totalidad de la demanda porque se ha mantenido la nota media en un 5. Todos los alumnos que cumplen los requisitos económicos y han quedado fuera de las becas del ministerio tendrán una de la Consejería de Educación para residencia, matrícula o movilidad. Canarias, igualmente, se ha convertido en ejemplo nacional de un comienzo de curso pacífico con más profesores que el curso anterior y con una experiencia única de apoyo a los comedores escolares ampliados a secundaria con otros dos millones de euros. Y con otros 2,5 para la construcción de nuevos centros públicos, algo que parece anacrónico en otras autonomías, verbigracia, Madrid. Todo ello pese a que el Gobierno de España ni siquiera ha pagado los 1,3 millones que adeuda para la ayuda a la compra de libros. Sería fácil imaginar qué hubiera ocurrido en las Islas si su Gobierno autonómico se desentendiera de estas cuestiones alegando que si Madrid no paga ni transfiere, no hay nada que hacer. No, ni es verdad que todos son iguales ni es verdad que el margen de actuación sea estrecho. Porque hasta en medio de esas estrecheces económicas y de involución política, cabe aplicar decisiones diferenciadas.