Ya saben que la reunión más precoz que mantuvieron el alcalde de Arrecife, Cándido Reguera, y el que iba a ser su concejal de Urbanismo, Pedro de Armas, tuvo lugar en vísperas de la moción de censura con Jaime Cortezo. Fíjense de qué prisas estamos hablando, como si los graves problemas de la capital conejera fueran a resolverse con el icono que amenazan con plantar en el islote del Francés. Desde entonces, días antes de que se restableciera la corrupción en el consistorio, Reguera y los suyos no han parado. Jaleados por Cortezo, eso sí, que ha diseñado un plan de visitas pueblerinas para impresionar a los parroquianos: primero, que si voy a traer a Calatrava. Luego me traigo a Herzog y, como me salgan las cuentas, también invito a Sejima. Vamos, como Pepa, pero sin pulseritas verdes, pero a ver qué inventa para contagiar el fervor de los medios informativos sin que cueste un pastón. Que si luego vienen los socialistas o Costas y aplica el deslinde que es de aplicación volverán a quedarse in puris naturalibus.