Anécdota hiriente de los PGE 2013 aparte, el agujero negro que se le ha abierto al PP en Canarias con la reducción a la nada de las subvenciones a las potabilizadoras de agua es de órdago. Tanto, que ya no saben qué inventarse para calmar a la ciudadanía enterada antes de que la mayoría silenciosa en la inopia vea cómo se destroza la economía familiar con la factura del agua. La penúltima, cuando todos los medios recogían este miércoles que por mucho que haya dicho Soria de Cañete y su sensiblería con las islas el Estado daba portazo definitivo a invertir en desalación, es que el zeñorito, en un culichicheo privadísimo con Cañete, logró arrancar de su colega de Consejo de Ministros una futura partida desconocida para el agua potable en las Islas. Lo hemos leído en la edición de papel de este miércoles en La Provincia, sin que nos diera por cuestionarnos cómo es posible que un producto de primera necesidad como es el agua se tenga que negociar en conversaciones privadas entre ministros, a ver si cuela que estamos trabajando por Canarias, no vayan a pensar lo contrario. No nos dio tiempo porque, casi al instante, apareció Mario Cabrera en lontananza montado en su brioso corcel -de la caballería de Páez, Hugo Chávez dixit, claro- y blandiendo una manguera de gasolina puso en fuga a medio ejército de manostijeras. Al instante nos despertamos con la mano en la escupidera, con perdón.