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Acabar con vertederos ilegales o controlar erupciones: cómo la inteligencia artificial puede proteger a Canarias del cambio climático

La columna de gases de la erupción del volcán de La Palma vista desde el mar.

Natalia G. Vargas

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La población canaria no ha dejado de enfrentarse en los últimos años a todo tipo de fenómenos naturales. La erupción volcánica de La Palma, los incendios de Gran Canaria o los continuos episodios de calima en Lanzarote y Fuerteventura son la evidencia más palpable de cómo el Archipiélago es especialmente vulnerable ante el ya irreversible cambio climático. En el día a día, los canarios también sortean la sequía, la congestión de las carreteras, el crecimiento del parque automovilístico, la contaminación del agua y la transformación del paisaje. Mientras las autoridades ya juegan todas sus cartas para mitigar estos efectos, una investigación propone una nueva herramienta: la inteligencia artificial (IA). 

“La tecnología y el progreso tecnológico pueden llevar a un proceso de alienación y distanciamiento del ser humano con respecto a la naturaleza pero [...] puede ser la pieza clave para salvaguardar los hábitats naturales, la supervivencia de las especies y la conservación de la vida en nuestro planeta”. El estudio Inteligencia artificial para la prevención de desastres naturales y resolución de problemas ambientales, elaborado por Eleonora Posadinu, apunta a las máquinas inteligentes como una forma de ganar tiempo en la lucha contra el cambio climático de Canarias. 

Según la investigación, esta tecnología controvertida y aún desconocida puede proteger el bienestar de los seres humanos y del planeta a través de la amortiguación del cambio climático o la predicción de fenómenos naturales que pueden tener consecuencias devastadoras. Aunque la inteligencia artificial ya se ha aplicado, por ejemplo, para monitorizar la erupción de Cumbre Vieja y evitar pérdidas humanas, el estudio apunta que todavía no se ha aprovechado lo suficiente. 

Contenedores inteligentes y ciudades sostenibles 

La presión humana sobre el territorio es una de las preocupaciones de las que parte este estudio, que destaca siete grandes núcleos urbanos: Las Palmas de Gran Canaria, Telde, Vecindario, Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, Puerto de la Cruz y Arrecife. “La aglomeración de la población reunida en pequeñas áreas genera también una concentración de aire contaminado, acumulación de residuos o falta de flora, fundamental para nuestra supervivencia”, señala el documento. También hace referencia a la importante presión turística que vive la comunidad autónoma, apuntando que el territorio se ha transformado por las construcciones hoteleras. 

Para construir ciudades sostenibles, Posadinu propone utilizar la inteligencia artificial para controlar la polución y la contaminación acústica y lumínica. En el conjunto de Canarias, la generación de basura y el uso del coche son el origen de buena parte de la producción de gases de efecto invernadero. En cuanto al tráfico, el estudio propone utilizar la inteligencia artificial para controlar las rutas del tráfico, analizar la información para el uso del medio de transporte público y, en consecuencia, tomar decisiones para mejorar la movilidad sostenible en las rutas más utilizadas. La tecnología permite recopilar datos sobre la congestión de las carreteras mediante imágenes satelitales, sensores y cámaras, y después ofrecer a los conductores vías alternativas.

Para el problema de los residuos, la investigación también plantea una solución. “Puede ser mitigado a través de la implementación de sensores en los contenedores que puedan identificar el material desechado”. A través de estos sensores, la inteligencia artificial examina los porcentajes e identifica los residuos más habituales en las diferentes zonas del Archipiélago, recabando así información para después tomar medidas para el reciclaje de estos materiales. “El estudio de los llenados de los contenedores podría ayudar a gestionar las rutas de recogida y, al mismo tiempo, evitar las salidas innecesarias de camiones, haciendo el proceso más eficiente”. 

También plantea usar las imágenes satelitales y su procesamiento a través de la IA para identificar vertederos ilegales. Una vez identificados, se podrán tomar medidas para su saneamiento y recuperación. 

En Málaga ya se ha desarrollado una tecnología con estas características. El proyecto Eco-IoT diseña contenedores inteligentes que detectan plástico, cartón, vidrio y metal. En Europa, el proyecto Circ4Life también ha aplicado sensores inteligentes a los cubos de basura para la recogida de aparatos electrónicos y analiza el comportamiento de los usuarios a través del análisis de datos.

Obtención de datos precisos 

Para controlar los incendios forestales, el estudio reconoce que Canarias dispone de uno de los sistemas más vanguardistas fundamentados en la inteligencia artificial. El sistema FAEDO puede detectar los incendios, extinguirlos y realizar análisis forenses a posteriori. Aun así, propone mejorar el sistema a través de drones, que complementen a las cámaras térmicas. 

La investigación defiende que el procesamiento de datos a través de la IA garantiza un porcentaje de acierto elevado en las decisiones relacionadas con erupciones volcánicas o de control del territorio. “Permite analizar amplias volumetrías de datos en tiempos muy cortos, obteniendo un detalle que no siempre es alcanzable por el ojo humano”. 

En el caso de Cumbre Vieja, el sistema Copernicus permitió a muchas familias seguir en tiempo real la evolución de las coladas de La Palma y comprobar si sus propiedades seguían o no en pie. También permitió obtener información precisa sobre los daños que ocasionó el volcán, aportando cifras sobre el número de casas destruidas o dañadas. 

Sociedades dependientes y brecha de seguridad 

La otra cara de la moneda son las posibles desventajas que puede tener el uso de la inteligencia artificial en la lucha contra el cambio climático. “Si la sociedad empieza a utilizar la inteligencia artificial como medio para la edificación de ciudades inteligentes, finanzas, detección de desastres… se terminaría desarrollando una sociedad integralmente dependiente de esta tecnología y sujeta a brechas de seguridad o potenciales fallos de los automatismos”, advierte la investigación de Posadinu. 

Otra debilidad que se contempla es la falta de personal especializado en España en inteligencia artificial. Para solventarla, anima a las universidades a aumentar la formación en esta materia. Esta tecnología también se enfrenta a la desconfianza de un sector de la población, que la percibe como una amenaza que pretende reemplazar a los seres humanos en muchas de sus tareas.

También genera controversia el alto dispendio energético que requiere la aplicación de la IA y su alto impacto en la huella de carbono. “De poco sirve tener a disposición una herramienta que ayude a preservar el medioambiente si el uso de ella conlleva más problemas medioambientales, debido a que consume mucha energía”, reconoce la investigación. La inteligencia artificial procesa una gran cantidad de datos recogidos en servidores que consumen mucha energía para mantener una temperatura ideal en los centros de datos. Para mitigar estos efectos, Google ha desarrollado Deepmind, una inteligencia que refrigera los centros de datos ahorrando el gasto energético y reduciendo emisiones de dióxido de carbono. 

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