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Una veintena de asociaciones de la cumbre de Gran Canaria solicitan un giro en la gestión hidrológica insular

Caída de agua en el barranco La Mina.

José J. Jiménez

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La Unión de Asociaciones de la Reserva de La Biosfera de Gran Canaria, entidad que aúna a más de veinte entidades profesionales, vecinales, culturales y conservacionistas de la Trassierra insular, reclama un giro urgente en la gestión del agua en la isla. Según denuncian, el Ciclo de Planificación 2021-2017 del Plan Hidrológico Insular sigue una línea continuista que obvia importantes problemas como la recuperación de los acuíferos, la distribución de agua de riego por encima de la cota de los 700 metros o la restauración medioambiental de los humedales y barrancos. Estos son los ejes fundamentales de las alegaciones que este conglomerado de asociaciones ha presentado este lunes al plan hidrológico insular. “En el caso de la cumbre y medianías altas, los nacientes, pozos y extracciones están en torno al 25% del caudal que se extraía hace unos 40 años. Es decir que la disminución ronda en torno al 75% de los caudales de agua a partir de la década de los 60, y así lo atestiguan los aforos y declaraciones de las personas directivas de las heredades de esta comarca, como es el caso del naciente de La Mina en Tejeda. Hace años los agricultores que cultivan desde la altura de San Mateo para arriba, se quejan que no hay agua suficiente ni para asegurar las cosechas”, señala esta entidad en el documento de alegaciones presentado ante las autoridades insulares.

El agua sigue siendo uno de los principales ejes de movilización social de la cumbre de Gran Canaria y según aseguran los vecinos de la zona, es el vector que explica, entre otras realidades, la despoblación de la comarca y la pérdida de biodiversidad. “La sobreexplotación que ha venido sufriendo el acuífero de Gran Canaria, a lo largo de muchas décadas, ha hecho que su nivel freático haya bajado hasta la cota de los 700 metros sobre el nivel del mar aproximadamente. Esta es la causa principal de la desaparición de miles de manantiales naturales que daban vida a los barrancos de las medianías y cumbres de la isla”, justifican. Y por ello solicitan dos medidas fundamentales. La primera es la declaración de la cumbre de la isla como zona sobre explotada (figura contemplada en la Ley de Aguas de Canarias) y la segunda es aumentar el número de zonas naturales protegidas dependientes del recurso hídrico.

Esta asociación argumenta que aunque según el Plan Hidrológico Insular se ha logrado en las últimas décadas el equilibrio entre recarga del acuífero y la explotación de los recursos, la falta de control sobre más de mil captaciones sin registrar ponen en duda tal afirmación. Y añaden que tratar de mantener el nivel freático en sus caudales actuales es un error ya que provocaría “el deterioro progresivo de todo el territorio de medianías y cumbres”. “El equilibrio de los niveles del acuífero no es trasladable al ecosistema, sino que éste se resiste de forma agónica antes de desaparecer y solo supervive gracias a las precipitaciones cada vez más extemporáneas. Y sólo puede salir de esa agónica existencia y sanar si los manantiales desecados vuelven a manar agua. Para ello tiene que recuperarse los niveles del acuífero”, expone el texto.

Por ello, los alegantes proponen una batería de medidas que incluyen la paralización de concesiones para nuevas captaciones en la comarca; denegar cualquier solicitud para aumentar los caudales de agua a extraer aunque haya mermado el caudal de la captación; la prohibición de obras de excavación o perforación y parar las instalaciones de bombeo de mayor capacidad extractiva. Esto tendría que acompañarse, proponen, con la elaboración de un plan estratégico que incida en la recuperación de los acuíferos superando la actual política de equilibrio. Este plan, además, deberá complementarse con actuaciones tendentes a garantizar el suministro de agua de riego para la cumbre, como la limitación de extracciones por encima de la cota de los 800 metros, o el incremento de la producción de agua regenerada y la desalación “para que no haya que bajar agua natural por debajo de la cota de los 300 metros”.

La otra gran línea de actuación propuesta en las alegaciones tiene que ver con el estado de los humedales de la isla incidiendo en la pérdida de hábitats que se ha producido en el último siglo por la desecación de los barrancos. La Unión de Asociaciones de la Reserva de la Biosfera argumenta que la sobre explotación del acuífero insular ha convertido los barrancos en secarrales que se recuperarían de manera inmediata con una política hidrológica valiente. Por ello solicitan la realización de un estudio sobre los efectos de las captaciones de agua en estos ecosistemas perdidos y la adopción de las “medidas necesarias para evitar el deterioro de dichos barrancos, así como para la recuperación de la vida natural en ellos, indicando las captaciones que deben cerrar o reducir el caudal de extracción”.

En este sentido, proponen actuaciones urgentes en espacios como Guayadeque, Azuaje, Moya, el Barranco de La Mina o el Barranco de La Virgen. Los alegantes recuerdan que las reservas de agua de estas zonas de la isla dieron de beber a la mítica Selva de Doramas y que una “actuación coherente” en materia hidrológica no sólo lograría recuperar el acuífero de manera cuantitativa y cualitativa sino que serviría de apoyo vital a los planes de reforestación de la isla.  

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