EI I Congreso Internacional de Leopoldo María Panero muestra textos inéditos del poeta
La segunda jornada del Congreso Internacional sobre Leopoldo María Panero fue inaugurada este viernes por Jorge Braga, profesor de Literatura Inglesa en la Universidad Complutense. Tras la disertación sobre la creatividad traductora del poeta, dio comienzo la primera mesa de comunicación en la que se trató el tema de los paraísos artificiales, trayendo a colación a escritores tan alejados como Thomas de Quincey, autor de Confesiones de un inglés comedor de opio o el autor modernista Rubén Darío. La jornada finalizó con tres ejemplos actuales de poesía drogada, Miguel Ángel Velasco, Antonio Vega y Fernando Merlo. Tras la pausa del mediodía, el periodista Javier Mendoza presentó dos libros inéditos de Leopoldo María Panero que serán publicados bajo la revisión y estudio de Túa Blesa y, de lo ya confirmado, pasamos a la duda y al interrogante: ¿Es Leopoldo Panero un poeta maldito?, ¿Qué es el malditismo?
Braga abordó las traducciones hechas al inglés, en muchas ocasiones no del gusto de los más puristas y académicos que abogan por la fidelidad. Bajo estas líneas, Javier Huerta, director del Congreso añadió que son las traducciones propias de un poeta, no de un filólogo. “Él se considera con derecho a tocar el texto, a asumirlo como parte integrante de su obra creadora”. El profesor resaltó además el carácter lúdico y la intención de Panero de hacer partícipe también al lector en el mismo juego. En sus traducciones hay errores, escoge el significado que él considera, a pesar de que la palabra tenga más acepciones. Se trata de una libérrima forma de traducir y de hacerse con el texto dejando así patente su huella como traductor, según Javier Huerta.
La ya conocida trayectoria del poeta, siempre alejada de lo establecido y de todo canon, conllevó a que fuera totalmente ninguneado en cuanto a premios y reconocimientos, pero nada de ello le impidió crear. Ni siquiera en circunstancias de represión o bajo sustancias, tanto legales como ilegales, siendo capaz de dejar a los amantes de la poesía un auténtico paraíso en penumbra, al que parece, cada vez con menos miedo nos vamos acercando. Con esa intención de acortar distancias entre la luz y la sombra intervinieron, en la primera comunicación, el joven Enrique Zamorano, Blas Macías y Olga Domingo.
El primero de ellos presentó una antología titulada Adiós a las águilas en la que recogió seis poemas de Panero. Una recopilación que Zamorano hizo en el año 2014 cuando tenía sólo 18 años y se sentía realmente atraído por su obra, a la que llegó a través del poema Los pasos del callejón sin salida, que encontró en Internet por casualidad.
Blas Macías hizo un recorrido a grandes saltos por la historia de la literatura universal haciendo hincapié en autores consumidores de distintas drogas. Por su parte, Olga Domingo, encuentra en el concepto literatura drogada, recientemente puesto en circulación por Alberto Castoldi, un paraguas bajo el que se cobijaron poetas como Miguel Ángel Velasco, Antonio Vega y Fernando Merlo. “Literatura drogada es un concepto que se refiere a la que está hecha bajo los efectos de las drogas o deja transparentar dichos efectos”, comenta. Además, reconoce haberse acercado a este tipo de literatura por el poeta Fernando Merlo, a causa del impacto que suscitó en ella la lectura de sus poemas.
“En ningún caso defiendo el consumo de drogas, es muy bonito ser tú, pero es una realidad que hemos vivido y no comparto la idea de rechazar a los que han caído en la droga ni a su literatura”, afirmó Olga Domingo.
La intervención del periodista Javier Mendoza, desvió el sopor de la hora de la siesta con la noticia de la próxima publicación de dos libros inéditos que verán la luz una vez hayan pasado por la rigurosa revisión de Túa Blesa.
Michi Panero, quien fue pareja de la madre del periodista, le entregó unas carpetas “muy pesadas”, cuenta Javier Mendoza, cuando decidió sacarlas de la casa donde vivieron los hermanos Panero y su madre, en la calle Ibiza de Madrid. El periodista, desconcertado ante la responsabilidad y sin saber qué hacer con ellas las guardó.
Justo antes de fallecer su madre le asaltó la duda, “le dije que había leído algunos papeles y no sabía qué pertenecía a Leopoldo y qué a Michi”. A ello, le contestó que se lo diera a Michi que Leopoldo tenía ya muchos.
Bromas aparte, los papeles de la Calle Ibiza resultan ser textos de la primera época de Leopoldo María Panero, entre los que Javier Mendoza extrajo una auto entrevista que leyó al medio centenar de personas presentes.
¿La polla que excede los veintidós centrímetros puede considerarse como arma blanca?, ¿un bello rostro es capaz de contener en su interior a un idiota en delirio?, ¿la realidad, se sueña antes de que se vive?, ¿la forma más acabada del amor es la jovialidad artificial? , ¿conociste a aquél tipo que tenía un armario lleno de ovarios?, ¿si dios hubiese tenido compañera, las cosas serían de otro modo?
Pronto podrán seguir leyéndolos, concluyó el Mendoza, pero antes dio paso al también periodista Borja Martínez, editor de la revista Leer, quien disertó sobre el impacto mediático de los Panero. La charla de Borja condujo a la última mesa de comunicación del día.
¿Es Leopoldo Panero un poeta maldito? se pregunta Antonio Rivero, ¿Qué es el malditismo? ¿Encaja la biografía de Panero en esa categoría? Si Verlain definió el malditismo apelando al marginalismo, al afán rebelde y contestatario y al perfil socialmente degradado del poeta, Rubén Darío centró su concepción, no tanto en la biografía del autor como en el desafío estético de su obra a las convenciones poéticas de su momento. En la biografía de Leopoldo Panero pueden hallarse algunos rasgos de malditismo, pero no así en su obra poética que siempre respondió a los sucesivos cánones estéticos de su generación. Hay dolor y reflexión en la obra de Leopoldo Panero, pero no malditismo, concluye Rivero.
Marcos García Barrero se suma a la reflexión acerca del malditismo, así como de otro de los temas recurrentes a lo largo de las distintas sesiones del congreso, los vínculos existenciales y estéticos entre Antonin Artaud y Leopoldo María Panero. El maldito, dice Barrero, es el que atenta contra el canon, en una tentativa que puede desembocar en el éxito, pero también en el fracaso. La poesía, entendida artaudianamente como condena y posibilidad de rebelión a un tiempo, se propone como una moneda de dos caras en la que conviven maldición y salvación. La escritura de Artaud y de Panero se propone entonces como el espacio desde el que es posible convertir la brecha que le separa del resto de la comunidad en un puente entre su propio dolor y el de los demás.
Luis Miguel Suárez Martínez aborda la temprana obra del LMP novísimo, comentando algunos poemas de Así se fundó Carnaby Street, en los que encuentra una manifestación del estilo propio de una generación que se define por adoptar nuevas estrategias, recursos, materiales y temas poéticos, para construir una poesía novísima. En el poema La matanza del día de San Valentín se encuentran condensados algunos de esos rasgos, entre los que destaca el empleo deliberado de la prosa, vínculo posible con la vanguardia, el surrealismo, el dadaísmo… Los crímenes callejeros serán un tema recurrente en el libro, la falta de relación entre título y contenido del poema, la yuxtaposición de nombres propios e imágenes inquietantes aparentemente ilógicos, la atmósfera visionaria, o el collage. Uno de los rasgos más genuinamente novísimo es el interés por los motivos procedentes de la cultura popular, casi televisiva. Este texto, en el que conviven rasgos novísimos con otros procedentes de tradiciones literarias anteriores, tiene la particularidad, eso sí, de surgir de una experiencia cultural, y no ya de una experiencia vital. La cultura ha sustituido, en cierto modo, a la vida. O quizás, mejor dicho, el acceso a la vida interior del poeta pasa ahora, por el filtro de la cultura pop.