La versión de 'Otelo' del Teatre Lliure de Barcelona llega esta semana al Cuyás
Otelo
La obra discurre en un espacio atemporal en el que se narra “el viaje al corazón de las tinieblas o las tinieblas del corazón” de sus personajes, según Subirós, y narra el juego de amor y traiciones entre el guerrero negro Otelo (Chantal Aimée), su celoso servidor Yago (Joan Carreras) y la inocente Desdémona (Alícia Pérez), que le lleva a la “esencia” de esta “trágica historia de amor”. La directora avanza que ha querido llevar a cabo una “grandísima concentración formal” de la conocida obra, que se representa en el Cuyás del 5 al 6 de octubre, a las 20.30 horas, y el día 7, a las 19.00 horas.
Esta “esencia” y “teatralidad” del montaje de Subirós hace que en la obra no sean tan explícitos sobre escena las dicotomías “blanco-negro, cristiano-moro u hombre-mujer” presente en otras adaptaciones. “Habla de la diferencia en un ámbito más teatral”, añade Subirós, pese a que se permite el guiño de pintar de blanco a los personajes en respuesta a otros montajes que pintaban de negro la cara del actor que encarnaba a Otelo.
Subirós afirma que Otelo no es uno de los montajes más complejos de Shakespeare, pero destacó que todavía lleva impregnada la “vigencia” 400 años después de ser escrita ya que “cada día aparecen noticias que, de alguna manera, hablan de la obra”. La dramaturga ha evitado centrar en exceso el foco de la obra en los movimientos maquiavélicos de Yago -“incuestionable conductor”- y mostrar que si la gente es manipulada lo es gracias a que “tenemos una cara oscura del alma con la que es fácil conectar”.
“No quería dar sólo la visión de un hombre inteligente manipulando a otros”, explica. Asimismo la directora opina que Otelo es en buena medida “una obra sobre las distintas imágenes de mujer en el imaginario masculino, y sobre los miedos que los hombres tienen respecto a las mujeres”.
“Un juego de espejos interminable”
Según la directora, “aprovechando la fuerza del deseo, Yago conspira contra el mismo deseo. En un juego de espejos interminable, el deseo y los celos resuenan en cada uno de los versos de Shakespeare. La confianza y la desconfianza. La confianza contra el miedo. El miedo contra la confianza. Desde el abismo del mundo interior hasta las más altas estrellas. El amor absoluto de Otelo y Desdémona arde en una noche profundamente negra. La profundidad del sentimiento se encuentra a flor de piel.”
La autora ha querido dotar de atemporalidad a la obra con una puesta en escena “nada realista” en la que la escenografía basada en los colores blanco, negro y rojo, la iluminación y la música juegan un papel determinante. El montaje incluye también piezas de danza a cargo de Iva Horgat, quien personifica el amor entre Otelo y Desdémona.
Carlota Subirós destaca que pese a que la obra transcurre en una tregua dentro de una guerra, no aparece ninguna escena bélica. En su opinión, Shakespeare quería hacer una metáfora entre la ausencia de guerra y la que libran los personajes entre sí sobre el escenario.