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Seis meses de ‘vacaciones’ sin sueldo para un senador argentino acusado de violar a su sobrina

Carteles pidiendo la destitución del senador Alperovich en una céntrica calle de Buenos Aires. José J. Jiménez

José J. Jiménez

Buenos Aires —

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Dónde dije digo digo Diego. Hace apenas tres días, el senador argentino por el PJ tucumano (peronismo) José Alperovich era tajante ante las acusaciones de abuso sexual denunciadas por su sobrina. “Si hubiera hecho algo no tendría drama (en pedir la licencia), pero no lo hice. Acá me escracharon públicamente y es todo un operativo. Yo ni hice ni ‘A’. Es una chantajeada”, declaró el senador tucumano a los medios de comunicación. Apenas dos días después, el pleno del Senado de la República Argentina aprobaba por unanimidad la solicitud de licencia (sin sueldo) solicitada por un Alperovich cada vez más nervioso por la repercusión política, social y mediática de la denuncia.

La resolución se tomó después de un acuerdo entre el bloque de Cambiemos (afín al aún presidente Mauricio Macri) y el Frente de Todos (plataforma de mayoría peronista que sustenta al futuro presidente de la Nación, Alberto Fernández). La víctima ya presentó la denuncia por abuso sexual en los Tribunales penales de Tucumán y en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) de Buenos Aires. Según la Constitución argentina (artículo 70) basta la mayoría de dos tercios de cada una de las cámaras para “suspender en sus funciones al acusado, y ponerlo a disposición del juez competente para su juzgamiento”. La pelota está en el tejado de los legisladores. Basta un acuerdo político contundente para poner al senador a la puerta de los juzgados.  

El senador tucumano solicitó su licencia por escrito al encontrarse fuera del país: “Tengo el honor de dirigirme a la Sra. Presidenta del H. Senado, a fin de ratificar expresamente mi solicitud de licencia, según la presentación que por mi expresa indicación realizara mi jefa de despacho, como también los términos de la nota adjunta a dicha presentación y en la que obra mi sello de Senador de la Nación, documentos que oportunamente no pude suscribir por hallarme de viaje”, reza la petición que fue tomada en consideración por la Cámara Alta justo en el día que tomaban posesión de su cargo los nuevos senadores electos tras las elecciones presidenciales y legislativas del pasado 27 de octubre (en las que se renovaban un tercio de las bancas del Senado).

Días antes de la tormenta, la presunta víctima de José Alperovich, que trabajó con el político como parte de su gabinete, hacía pública su denuncia a través de una carta demoledora publicada en varios medios de comunicación. “Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”, escribió la víctima en una misiva extensa en detalles que ha vuelto a poner en la primera línea del debate público la vulnerabilidad de las mujeres en un país en el que la violencia sexual y física hacia el sexo femenino se ha convertido en algo habitual. “No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mi.  Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea ‘asexuada’ como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia”.

En la mañana de este jueves, las calles de Buenos Aires amanecieron inundadas de carteles que piden la renuncia o expulsión del veterano político peronista. Bajo el lema #NoNosCallamosMas, las redes arden pidiendo la renuncia de un político sospechoso desde hace décadas por prácticas clientelares y corruptas durante su desempeño como Gobernador de la provincia tucumana. Desde el Senado argentino, las reacciones ante este caso han sido más bien tibias y, en ningún caso, se ha planteado la renuncia o expulsión del senador hasta que se aclare la situación.

Desde el Frente de Todos (Peronismo) se instó al propio senador a “tomar una decisión y no poner al Pleno en una posición tan difícil”, añadiendo, en palabras de la senadora Norma Durango, que “una vez que la justicia dictamine la culpabilidad o no, habrá que evaluar” el desafuero del presunto violador. “Nosotras nos revelamos contra la violencia sexual y la muerte de miles de mujeres y niñas. Asistimos conmovidas al relato de todas aquellas mujeres que están hablando de sus vidas, de sus dolores, de años de opresión en primera persona, poniéndole el cuerpo y palabra en todos los ámbitos, a relaciones de poder donde la supremacía del varón marca y somete; denigra y cosifica; vulnera y ultraja”, señaló Durango a través de un comunicado. En la bancada de cambiemos la reacción es similar tratando los hechos de “aberrantes” pero dejando el estatus político del legislador en manos de la Justicia. Alperovich, en su calidad de senador de la República, está protegido por los fueros parlamentarios que impiden “acusar, molestar y detener” a los legisladores de la república.

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